lunes, 22 de agosto de 2011

Un daño irreparable

Un daño irreparable
Monday, August 22, 2011 | Por Alejandro Tur Valladares

CIENFUEGOS, Cuba, agosto, (Jagua Press, www.cubanet.org ) – Uno de los
pilares sobre los que en el pasado descansaba la retórica
propagandística del régimen, era el de los programas sociales que había
implementado y que utilizaba como paraban para ocultar, tras el brillo
cegador de las gratuidades y el igualitarismo, los desmanes del poder.
La podredumbre de la corrupción y el el autoritarismo, era atenuada por
el perfume del falso humanismo con que se enmascaraba la irascible
revolución.

Para quienes contemplaban y trataban de interpretar nuestra experiencia
allende los mares, los programas de salud, educación, y seguridad
social, entre otros, constituían el ejemplo más cercano del Paraíso en
la Tierra. De la vieja y culta Europa venían a visitarnos exóticos
intelectuales de la siniestra que extasiados cantaban loas al régimen,
poniendo su granito de arena en la construcción del mito.

Sin embargo, la percepción que estos buenos señores tenían –y difundían-
de Cuba andaba muy alejada de la realidad. Tal vez el primer despertar
lo tuvieron algunos cuando supieron lo que acontecía en esta ardiente
tierra del trópico con los "flojitos" (término peyorativo con el que
calificaban los comunistas a los homosexuales). Muchas de las plumas
que narraban la epopeya de la forja del Hombre Nuevo, pertenecían a ese
grupo que la moral comunista consideraba un vergonzoso rezago del pasado
pequeño burgués.

Con los campos de trabajo forzado de las UMAP, primero, la cárcel bajo
la tipificación de peligrosidad social, o el exilio forzoso a través del
puente marítimo del Mariel, en 1980, el régimen buscó deshacerse de
quienes, por amar a alguien de su mismo sexo eran considerados por los
comisarios políticos, guardianes de la moral revolucionaria, como entes
aberrados.

El homosexualismo era considerado entonces por las escuelas de
psicología de la extinta Unión Soviética, – de las cuales copiamos –
como una enfermedad, una desviación en la conducta humana que tenía que
ser curada medicamente. Todavía recuerdo cuando siendo yo un niño, los
padres de Pedrito, un compañerito del barrio de mi misma edad, lo
llevaban al psicólogo para tratar de curarlo de la "grave enfermedad"
que le haría la vida imposible en nuestro paraíso socialista.

Por supuesto que fracasaron. Al final lo único que lograron fue que
Pedrito hablase una voz algo más grave y perdiese para siempre, su
autoestima y su dignidad.

Pachucho, "El Viejo espigón" como se le conocía en el mundo gay, la pasó
peor. Fue sorprendido en la década de los setenta, en el baño público de
la terminal de ómnibus local, en un apasionado encuentro con un
desconocido y fue a dar con sus huesos, a la tenebrosa Prisión
Provincial de Ariza.

Que las cosas fueron así lo testifica el mismo Fidel Castro, quien
durante una entrevista concedida el año pasado a la reportera del diario
mexicano "La Jornada" nombrada Carmen Lira Sade, reconoció tácitamente
que hubo persecución en Cuba a los homosexuales. Al intentar explicar
por qué permitió él los abusos, lo único que logró fue enlodar aun más,
la imagen liberadora y liberal con que quiso siempre disfrazar su
dictadura, que algunos insisten en llamar "proceso revolucionario". Sin
embargo no se equivocó cuando reconoció que el daño era irreparable.

http://www.cubanet.org/articulos/un-dano-irreparable/

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