Venceremos, pero no con todos
Acerca de una página poco conocida respecto a la política adoptada por
la Brigada Venceremos, respecto al reclutamiento de homosexuales
Carlos Espinosa Domínguez, Misisipi | 13/02/2015 12:33 pm
En la introducción del libro Venceremos Brigade (Simon and Schuster, New
York, 1971), sus editoras, Sandra Levinson y Carol Brightman, recuerdan
el discurso que el Innombrable pronunció el 2 de enero de 1969, en la
Plaza de la Revolución. Entonces habló de las necesidades económicas del
pueblo cubano, muchas de las cuales se iban a resolver con el éxito de
la zafra del año siguiente. La meta propuesta era de 10 millones de
toneladas, con los cuales se superarían los alcanzadas en todas las
zafras anteriores.
Entre los asistentes a aquella concentración se hallaban varios jóvenes
radicales de Estados Unidos. Contagiados con el entusiasmo de los planes
y esperanzas del Innombrable —cito las palabras de las editoras—,
hablaron acerca de cómo podían contribuir a la causa de la revolución
cubana. En esas primeras conversaciones, la idea principal fue, desde el
principio, colaborar en la zafra de los 10 Millones. Nadie, sin embargo,
pensó en trabajar directamente en el corte de caña. Más bien se
encargarían de reemplazar a aquellos cubanos que irían a realizar esa
labor. Propusieron el proyecto a las autoridades cubanas y dos o tres
meses después recibieron respuesta: sí, podían venir a Cuba 300 jóvenes,
y además ¡podían cortar caña!
En el verano de ese año, el comité nacional de lo que pasó a llamarse
Venceremos Brigade se reunió para discutir los pasos a seguir. El comité
tenía representantes de varias organizaciones de izquierda, e incluía
hombres y mujeres, tanto blancos como afroamericanos. Para el otoño se
habían creado varios comités regionales, que se ocuparon de reclutar y
seleccionar brigadistas, además de conseguir fondos para costear el
viaje a Cuba. Acerca de lo que fue aquel proceso, las editoras del libro
comentan:
"Seleccionar gente para la primera brigada no fue una tarea fácil, en
parte porque había muchas consideraciones a tomar en cuenta. A pesar de
que cada uno de nosotros tenía tipos ideales de brigadistas, encontrar
un grupo racial y sexualmente mixto, que no exhibiera actitudes
chovinistas o racistas, agotaría incluso al más experimentado equipo de
entrevistadores. Cada aspirante fue entrevistado por más de una persona,
y seleccionado en base a esas entrevistas. A partir de la tercera
brigada, los aspirantes fueron puestos en pequeños grupos, de modo que
eso nos ayudara a evaluar sus habilidades para trabajar colectivamente".
El primer grupo, integrado por 216 brigadistas, salió para Cuba a fines
de noviembre, vía México. Trabajaron durante seis semanas cortando caña,
y tras eso disfrutaron de dos semanas de recorrido por la Isla.
Regresaron a Estados Unidos a comienzos de febrero de 1970, esta vez a
través de Canadá. Para esa fecha, un segundo grupo más numeroso (687
jóvenes) estaba listo para salir. Las autoridades cubanas habían quedado
satisfechas con la experiencia y animaron al comité de la Brigada
Venceremos a que continuaran con ella. Ese segundo contingente regresó
de Cuba en abril y de inmediato se comenzó a preparar el tercero.
Formaban parte del mismo 409 brigadistas, que estuvieron entre agosto y
octubre. Como arribaron cuando ya la zafra había finalizado, su trabajo
consistió en recoger cítricos, plantar árboles, ayudar en la
construcción y realizar otras labores en Isla de Pinos, entonces
rebautizada como Isla de la Juventud.
La documentación anterior la he tomado del libro editado por Levinson y
Brightman. El mismo fue armado a partir de textos escritos por los
brigadistas de los primeros dos grupos (la Brigada continuó enviando
jóvenes a Cuba durante varios años). Hay diarios, poemas, cartas, así
como transcripciones de entrevistas y reuniones. Según expresan las
editoras, el volumen representa un esfuerzo verdaderamente colectivo,
pues aunque los materiales de cada uno de los ocho capítulos fueron
seleccionados por una o dos personas, las decisiones más importantes
fueron tomadas entre todos. Y concluyen con unas palabras de las cuales
reproduzco este fragmento: "Venceremos Brigade es más que un simple
libro de recuerdos sobre los dos meses de estancia en Cuba. En su
verdadero sentido, es un libro acerca del movimiento norteamericano
sobre dónde estamos y dónde tenemos que crecer en conciencia y actitud
revolucionarias".
Pero el propósito que me ha animado a escribir estas líneas no es
reseñar aquel libro. Mi interés es referirme a un hecho ocurrido durante
la estancia de los brigadistas en Cuba, sobre el que no hay la más
mínima referencia en ese volumen. Tuvo que ver con la presencia en los
primeros contingentes de varios activistas del entonces naciente
movimiento homosexual de Estados Unidos, y con su reacción al conocer de
primera mano la situación de los homosexuales en la Isla. El hecho
ilustra además la actitud asumida por el comité nacional de la Brigada
Venceremos, que acató servil y acríticamente las imposiciones de las
autoridades cubanas.
En la antología Out of the Closets. Voices of Gay Liberation (Jove/ HBJ
Book, New York, 1977), coordinada por Karla Jay y Allen Young, se
incluye un bloque titulado Cuba: Gay as the Sun. Entre los textos que
allí aparecen, está la transcripción de un fórum celebrado en la
Alternate University, de Nueva York. En el mismo participó un pequeño
grupo de jóvenes gays abiertamente identificados con el movimiento de
liberación homosexual, quienes habían viajado a Cuba como parte de la
Brigada Venceremos. Durante el fórum, narraron las experiencias que
vivieron en la Isla.
Entre otros aspectos, se refirieron al ambiente que encontraron dentro
de la brigada, y que de acuerdo a sus testimonios no era exactamente lo
que hoy denominaríamos gay friendly. Uno de los jóvenes, identificado
como Earl, cuenta: "Había un gran número de jóvenes que no podían
aceptar la homosexualidad, o incluso la sexualidad. Así que ese tópico
estaba constantemente en el aire. Estaba siempre allí, y los hombres
aludían a las tendencias homosexuales, a la masculinidad de los otros, y
a cosas como esa.
Un profundo sentimiento anti gay
"Cuando llegamos a Cuba, al final de la primera semana yo estaba
dispuesto a matar a alguien en el dormitorio, porque cuando trataba de
dormir por la noche, la gente se ponía a gritar: «¡Oh, aquí hay un
homosexual tratando de meterse en mi cama!». Una vez, después de
trabajar, yo llegué al dormitorio y un chico que estaba sentado en su
cama dijo: «Necesito algún repelente contra los homosexuales». Como él
continuaba diciendo en voz alta esto del repelente contra los
homosexuales, yo me puse realmente furioso y le dije: «Eso es algo que
tú llevas en la sangre». Y luego agregué: «Tú resultas repulsivo tal
como eres». En ese momento, era la única manera de tratar con algo como
eso".
Otro gay llamado Jesse narra anécdotas similares: "En mi brigada de
trabajo, la sensación que más experimenté fue la de una completa
opresión. Yo era el único gay, y mucha gente tenía un profundo
sentimiento anti gay. Había una serie de palabras usadas indirectamente
respecto a mí -esto entre los norteamericanos-, palabras tales como
mariposa, gaviota, maricón, y otras más. Ya las he olvidado, lo mismo
que las cosas que me decían en voz alta y los silbidos. Eran cosas que
yo tenía que soportar constantemente. También tuve que soportar amenazas
físicas. Una vez fui amenazado que me iban a lanzar contra una pared. Lo
más revolucionario que yo podía hacer, me dijo un brigadista, era
confrontar mi homosexualidad, cambiarla y convertirme en un hombre; pero
si realmente estaba orgulloso de ser gay, debería pararme delante de él
y golpearlo en la boca. Y me dijo: «¡Golpéame en la boca!». Entonces el
dormitorio completo empezó a aplaudirle su discurso. Yo no lo hice, así
que él optó por salir". Jesse también cuenta que dentro de la brigada
organizaron una presentación sobre el movimiento gay en Estados Unidos.
Antes de que se hiciese, los participantes fueron informados que los
cubanos no iban a asistir, y que además les prohibieron acercarse a
ellos para hablarles sobre ese tema. Asimismo agrega que no le dieron
ninguna explicación sobre las razones.
Pero quienes realmente pudieron conocer la política que se aplicaba en
Cuba con los homosexuales, fueron los brigadistas que trabajaron allá en
1971. Su estancia coincidió con la celebración en La Habana del Congreso
Nacional de Educación y Cultura. En aquel evento se aprobaron, entre
otros acuerdos, las medidas a aplicar respecto a "las desviaciones
homosexuales". De acuerdo a la Declaración aprobada, "quedó claro el
principio militante de rechazar y no admitir en forma alguna estas
manifestaciones ni su propagación". Asimismo la comisión que analizó el
tema "llegó a la conclusión de que no es permisible que por medio de la
«calidad artística» reconocidos homosexuales ganen influencia que
incidan en la formación de nuestra juventud".
Como consecuencia de lo anterior, "se sugirió el estudio para la
aplicación de medidas que permitan la ubicación en otros organismos de
aquellos que siendo homosexuales no deben tener relación directa en la
formación de nuestra juventud desde una actividad artística y cultural".
Y también se aprobó que "se debe evitar que ostenten una representación
artística de nuestro país en el extranjero personas cuya moral no
responda al prestigio de nuestra Revolución".
Probablemente, los integrantes de la Brigada Venceremos deben haber
leído las resoluciones del Congreso en la versión en inglés del Granma
Internacional. En todo caso y sea cual sea la fuente a través de la cual
las conocieron, es obvio que las leyeron los integrantes del Gay
Revolution Party y el Gay Committee of Returned Brigadistas. Lo digo
porque ambas organizaciones respondieron por escrito a la política
homofóbica que el gobierno cubano puso en práctica. Los textos se pueden
leer en la antología de Jay y Young, así como en otra compilada por Mark
Blasius y Shane Phelan: We are Everywhere. A Historical Sourcebook of
Gay and Lesbian Politics (Routledge, New York-London, 1997).
En su texto, el Gay Revolutionary Party califica el documento aprobado
por el Congreso de "absolutamente reaccionario". Es, señalan, una
amenaza para la vida y la libertad de los gays cubanos por los severos
castigos que allí se demandan, y también porque estimula la violencia
física personal contra los homosexuales. Expresan que constituye además
una amenaza para los homosexuales de todo el mundo, debido a la
reputación de Cuba como nación revolucionaria.
En el documente se dice: "La lucha de los cubanos y de otros pueblos del
Tercer Mundo contra el imperialismo de Estados Unidos y sus lacayos no
se podrá ganar manteniendo las actitudes de sistemas culturales,
sexuales y económicos que se sustentan y están nutridos por el sexismo,
el individualismo masculino, el capitalismo y el imperialismo. Es
necesario que se produzca una revolución tanto en lo cultural como en lo
político y lo económico, y que esa revolución destruya las raíces
sexistas de la explotación.
"Mientras las actitudes homofóbicas existan, no solo sufrirán los
homosexuales, sino que la explotación de las mujeres por los hombres
será normal, la competencia entre los hombres será la regla, y el
verdadero comunismo será imposible. Nosotros somos socialistas. Hemos
comprendido que la destrucción de los patrones sexuales machistas y la
creación de la condición gay son inherentes al desarrollo de una
verdadera sociedad socialista". Y al final del documento, se expresa:
"La política reaccionaria de Cuba no podrá derrotarnos. Solo fortalecerá
nuestra resolución de luchar colectivamente hasta la liberación de todos
los homosexuales".
Por su parte, el Gay Committee of Returned Brigadistas dio a conocer un
texto en el cual señala: "Nosotros, como gays de Estados Unidos que nos
identificamos y apoyamos la revolución cubana y a nuestros hermanos y
hermanas de Cuba, a través de nuestra participación en la Brigada
Venceremos, denunciamos la política anti homosexual formulada por el
reciente Congreso Nacional de Educación y Cultura y respaldada por el
gobierno cubano".
Agentes de la jerarquía sexista
Esa política, sostienen, "no solamente falla en la inclusión de los
homosexuales en el proceso revolucionario, sino que específicamente los
excluye de participar en ese proceso y del derecho a la
autodeterminación. Nos han dicho que es reaccionario que critiquemos y
condenemos a nuestros opresores cuando ellos se llaman a sí mismos
«revolucionarios» o «socialistas». Una política de cruel e incesante
persecución a los homosexuales contradice las necesidades de todo el
pueblo, y es reaccionaria y fascista. Todas las políticas y prácticas
sexistas evidencian los esfuerzos de una clase dominante por aplastar la
revolución cultural del pueblo, cuando esta revolución amenaza la
posición de privilegio de esa clase dominante (o casta).
"Denunciamos además al comité nacional de la Brigada Venceremos, como
agentes de una jerarquía sexista. En su pretendido liberalismo, no se
comprometen con una relación crítica, ni con el pueblo cubano, ni con
los revolucionarios. Llamamos a todas las personas progresistas a unirse
a nuestra protesta contra esta política reaccionaria y a expresar sus
sentimientos por escrito al Primer Ministro y Primer Secretario del
Partido Comunista en La Habana". (En su ingenuidad, olvidaban que fue
esa misma persona quien estuvo presente en todas las discusiones del
Congreso y además lo clausuró con un discurso incendiario.)
En enero de 1972, el comité nacional de la Brigada Venceremos dio a
conocer un documento acerca de la política de reclutamiento de
homosexuales, que a partir de entonces se aplicaría. En el texto se
aclara que con ello "no se pretende analizar el potencial o la validez
del movimiento de liberación de los homosexuales en Estados Unidos". Esa
nueva política, se expresa, está basada en la consideración práctica de
varios aspectos: "la posición de Cuba respecto a la homosexualidad, los
Objetivos Políticos de la Brigada, y, por tanto, nuestra posición
respecto a las políticas de Cuba y a las prácticas anteriores de los
gays norteamericanos en la Brigada".
De acuerdo al documento, "el pueblo cubano, en conjunto, no acepta la
homosexualidad. No hay base material para hablar de la opresión de los
gays en Cuba. Estos no son reprimidos en campos de trabajo ni nada
parecido. Pero debe quedar claro que Cuba no estimula la
homosexualidad". En cuanto al tan cuestionado Congreso, se dice que fue
el resultado de tres años de trabajo y del aporte de cientos de miles de
participantes. Y se le califica como un hecho "de mayor importancia en
la creación de una cultura cubana, que en el pasado había sido robada,
negada e infiltrada por la dominación imperialista de Estados Unidos".
Respecto al tema de la homosexualidad, el texto anota que la posición
adoptada en el Congreso "fue formulada por el pueblo cubano y para el
pueblo cubano. No fue formulada para Estados Unidos u otro país. Cuba es
para los cubanos, y aunque todas las personas progresistas y
revolucionarias son bienvenidas en Cuba, la cultura cubana no fue creada
para ellas en particular". Se pasa luego a responder directamente a los
brigadistas que redactaron el texto de condena de la política homofóbica
del gobierno cubano. Se dice que las actividades realizadas por los
brigadistas gays en las visitas anteriores fueron "por lo general
destructivas". La lista de esas actividades incluye "reeducar a los
cubanos (asumiendo que la situación en Cuba debe ser la misma que en
Estados Unidos), ataques y denuncias de la revolución cubana, imponer la
cultura gay norteamericana a los cubanos (por ejemplo, desfiles de drag
en un pueblo, actuar de manera abiertamente homosexual en fiestas).
"Asimismo muchos gays norteamericanos mostraron mayor interés en
averiguar acerca de la homosexualidad en Cuba que en conocer la cultura
cubana. Y han demostrado una falta de comprensión respecto a la postura
de los brigadistas en Cuba como invitados de la revolución (…) Aunque
esto no significa que neguemos la importancia del diálogo, no vamos a
Cuba a llevar a cabo confrontaciones sobre nuestros desacuerdos (…) Como
invitados de la revolución, debemos darnos cuenta de que las cuestiones
internas concernientes al desarrollo de Cuba solo pueden ser resueltas
por el pueblo cubano; es algo que no puede imponerse desde fuera".
Para el comité nacional de la Brigada, actividades y actitudes como las
mencionadas son particularmente peligrosas en ese momento, pues se suman
a la ofensiva cultural contra la revolución cubana que lleva a cabo el
imperialismo norteamericano, en su intento por desacreditarla.
Finalmente, se concluye que esa política de la Brigada no va a llevar a
excluir a los homosexuales. Pero dada la posición de Cuba respecto al
tema, exigen a quienes quieran ser brigadistas una clara comprensión de
las prioridades revolucionarias y una total identificación con los
objetivos de la Brigada. "Se debe comprender, finaliza el documento, que
ir a Cuba significa respetar la cultura cubana".
Ese pretendido respeto a la cultura cubana enmascaraba, en realidad, un
sometimiento tácito del comité nacional de la Brigada a las imposiciones
homofóbicas de las autoridades de la Isla. A partir de entonces, los
homosexuales norteamericanos interesados en viajar como integrantes de
la Brigada estaban obligados a seguir el ejemplo de los tres monos
sabios: no ver, no escucha, no hablar. Se les permitía estar, a
condición de no ser. En otras palabras, la convicción de que Venceremos
no implicaba que fuera con el aporte de todos.
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