La Cuba marica
La muerte de Fidel puso los ojos de miles de jóvenes nuevamente en la
isla. Mientras las conquistas de la Revolución aún encandilan, su deuda
en materia de libertad sexual merece debate.
Pablo Herón @PhabloHeron | Estudiante de Psicología (UBA)
Ailén Morales Estudiante Sociología UBA
Viernes 6 de enero | Edición del día
En el 2013 la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba condenaba, por
primera vez, la discriminación por orientación sexual en el país con la
modificación del Código de Trabajo. Podría parecer paradójico que haya
sucedido más de 50 años después de haber conquistado la expropiación a
los empresarios en la isla, o también que un año antes en Argentina se
haya conquistado la Ley de Identidad de Género más progresiva a nivel
internacional. Sin embargo, detrás de esta supuesta paradoja son
inocultables las primeras décadas de la Revolución, cuando el castrismo
consideraba a los homosexuales contrarrevolucionarios y desviados.
Años de campos de trabajo y de persecución
La Revolución cubana mostró que sólo la expropiación de la burguesía
puede poner fin al sometimiento nacional y satisfacer las necesidades
populares. Tal es así que, a pesar del bloqueo criminal por parte de los
EE.UU. que lleva más de 50 años, hoy en día la isla es bien conocida por
poseer una de las más altas tasas de alfabetización a nivel
internacional, así como por haber puesto en pie un sistema de salud
único al que tiene acceso toda la población.
Sin embargo, no todo fue -ni es- color de rosa, a medida que el
castrismo se vio empujado a avanzar en tomar medidas socialistas, el
régimen cubano instauró la sistemática persecución tanto a opositores
políticos como a homosexuales. De 1963 a 1965, se realizaron en la
Universidad de La Habana múltiples expulsiones a estudiantes, bajo el
argumento de que eran "elementos desviados del proceso revolucionario",
así lo expone un documento de la Federación Estudiantil Universitaria
encabezada por la Juventud del Partido Comunista de Cuba.
La expulsión se realizaba a través de juicios públicos a los que debía
acudir todo el estudiantado para pronunciarse, con el riesgo de ser
acusado también de "contrarrevolucionario" si se defendía al acusado.
En la misma sintonía, Fidel Castro declaraba en 1965 al diario El País:
"No podemos llegar a creer que un homosexual pudiera reunir las
condiciones y los requisitos de conducta que nos permitirían
considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero militante
comunista. Una desviación de esta naturaleza está en contradicción con
el concepto que tenemos sobre lo que debe ser un militante comunista".
Ese mismo año ya se encontraban en funcionamiento las Unidades Militares
de Ayuda a la Producción, más popularizadas como UMAPs, campos de
trabajo a los que eran enviados opositores y gays, donde se imponían
largas horas de explotación y hasta terapias de electroshock para
"curar" la homosexualidad. La búsqueda de prevención de la "enfermedad"
llegó a tal punto que se pusieron en pie los Centros de Educación
Especial. Allí eran enviados aquellos niños considerados afeminados o
hijos de madres solteras para recibir una educación separada de la
escuela regular, bajo la creencia de que "podían infectar a otros". Las
UMAPs perduraron hasta el '68, año en el que debieron ser cerradas
producto de la presión de la opinión pública internacional.
Sin embargo, la persecución no acabó ahí, algunos sufrieron despidos en
sus trabajos y durante la década del '70 fueron expulsados del Partido
Comunista de Cuba. Este discurso y política sistemática contra la
homosexualidad tiene sus raíces en la URSS liderada por Stalin.
En Rusia la revolución, encabezada por Lenin y Trotsky, había
conquistado la despenalización de la homosexualidad con la aprobación
del Código de Familia en 1922, medio siglo antes que la mayoría de los
países del Occidente. Tras la muerte de Lenin, el estalinismo se hace
del poder comenzando a avanzar sobre las conquistas de los trabajadores
y con una furibunda persecución política a sus críticos. Tal es así que
en la década de 1930 comenzó a calificar a la homosexualidad como una
"manifestación de la decadencia de la burguesía" volviendo a
penalizarla. Así el "ser homosexual" se transformó nuevamente en
argumento para perseguir tanto gays, como opositores e intelectuales,
muy lejos de la tradición que sentó el Partido Bolchevique en los
comienzos de la URSS, y más lejos aún del posterior grito setentista que
clamaba por una revolución socialista y la libertad sexual.
De la despenalización a la actualidad
En 1979, el Gobierno cubano despenaliza la homosexualidad empujado por
un contexto internacional en el que los movimientos de liberación sexual
y feministas irrumpieron en escena tomando las calles no solo por sus
demandas, sino también con una perspectiva anticapitalista. La medida
viene a modificar el curso fijado a comienzo de los '70 en el cual el
régimen encabezado por Fidel se ganó las críticas de los sectores de
intelectuales, artistas y progresistas del país y el mundo occidental
con la persecución al poeta Heberto Padilla como caso testigo.
"Los medios culturales no pueden servir de marco a la proliferación de
falsos intelectuales que pretenden convertir el esnobismo, la
extravagancia, el homosexualismo y demás aberraciones sociales, en
expresiones del arte revolucionario" sentenciaba el Congreso de
Educación y Cultura realizado en 1971. De esta manera, el castrismo
avanzó en la persecución y el silenciamiento de artistas e
intelectuales, muchos de los cuales habían apoyado la Revolución, como
los escritores Reynaldo Arenas y Virgilio Piñera, ambos homosexuales, o
Lezama Lima.
En sintonía con la despenalización de la homosexualidad, para mediados
de los '80 el Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual, un
organismo gubernamental, aceptaba públicamente que la misma era una
orientación sexual y que la homofobia debía ser combatida con la
educación. Como contracara, y en esto se asemeja a los prejuicios que
sostuvo el reaganismo, con la expansión del HIV en los '90 el Gobierno
cubano optó por aislar a las personas con el virus en cuarentena, a la
espera del avance del SIDA, para luego trasladarlas a hospitales.
Luego de la caída del muro de Berlín y con el período especial en el que
la isla sufrió una severa crisis económica, se abrió un debate
intelectual que puso en cuestión el modelo y las herencias del
estalinismo al mando de la URSS. Hace ya nueve años el Gobierno comenzó
a impulsar marchas contra la homofobia, la transfobia y la bifobia,
encabezadas por la hija de Raúl Castro, Mariela Castro. Otra muestra de
ésto fueron las declaraciones de Fidel Castro en 2010, donde asume
públicamente su responsabilidad en la persecución estatal a homosexuales.
Aun así sigue latente la gran huella homofóbica de los inicios de la
Revolución, que persiste en el acoso policial y la discriminación
laboral vigentes, así como en el peso otorgado a la Iglesia -y su
discurso discriminatorio- por el castrismo. Para las personas trans es
aún peor, dado que ni siquiera hay un reconocimiento formal-legal de la
discriminación que sufren y ni hablar de la ausencia del derecho a
decidir su propia identidad de género, demandas conquistadas en algunas
democracias capitalistas.
Ante las amenazas que asechan sobre las conquistas de la Revolución
cubana tras la victoria de Trump, la pelea por las demandas de la
diversidad sexual debe partir, en primera instancia, por la defensa de
esas conquistas del pueblo trabajador cubano contra la política de
restauración capitalista del Partido Comunista. Para esto es crucial la
lucha de la diversidad sexual junto a la clase trabajadora, las mujeres
y la juventud para que organizados democráticamente, con plena libertad
de acción para las tendencias que defiendan las conquistas de la
Revolución, decidan el destino de la isla contra el régimen político de
partido único, donde las principales decisiones las toma la burocracia
castrista. Esta es la perspectiva que impulsamos desde el PTS en el
Frente de Izquierda en Argentina, y a nivel internacional desde la
Fracción Trotskista – Cuarta Internacional.
Source: La Cuba marica - http://www.laizquierdadiario.com/La-Cuba-marica
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