lunes, 2 de mayo de 2016

La Habana y Sodoma

La Habana y Sodoma
[01-05-2016 22:09:01]
Martín Guevara Duarte

(www.miscelaneasdecuba.net).- A propósito de la noticia acerca de que un
nieto de Fidel Castro va a desfilar como modelo para Chanel próximamente
en La Habana, y las criticas y chanzas que surgieron a partir de este no
poco llamativo hecho, que no lo sería si su abuelo no hubiese
estigmatizado y reprimido tanto y durante tanto tiempo las
manifestaciones de esa índole, las bromas del cubano siempre dispuesto a
una buena risa, de que el modelo debería ser nieto de Raúl por las
inclinaciones que los mentideros habaneros populares le atribuyen al
geronte hermanísimo, me gustaría apuntar una observación, que nada tiene
que ver con el citado muchacho a quien ojalá la vida lo trate de
maravillas, sino sobre el resultado o el producto de las conductas
altamente machistas inducidas en los individuos por los
convencionalismos sociales.
El exceso de machismo como temor declarado a las propias feromonas y al
hecho perturbador de la pulsión homosexual, hace que en Cuba y en muchos
ámbitos donde es muy acusado el patrón de la virilidad, de potencia
varonil, y por ende perseguida, más la pose, que el hecho homosexual en
sí (importante recalcar que en dichas sociedades es donde más tienen
lugar relaciones homosexuales furtivas), se represente, se incorpore una
actitud histriónica híper machista, súper varonil , para evitar
cualquier género de dudas, y más que eso: cualquier tipo de
"avistamiento" de características no adecuadas, de "descubrimiento" de
"aparición imprevista de rasgos y vetas indiscretas" que fuesen a
revelar indecibles imágenes, tortuosos sueños, que en la vida son
totalmente naturales, pero que los convencionalismos sociales han
estigmatizado, como muchos otros actos reflejos naturales reprimidos y
apisonados por la maquinaria de los prejuicios consagrados, compartidos
y fuertemente establecidos.

El exceso de machismo en el habla de un niño, que en presencia del padre
y sus amiguetes manifiesta que quiere "copular" con todas las niñas de
su aula, para regocijo y orgullo del progenitor presente, termina por
generar un hastío acumulado de todo ese exceso y un deseo cada vez
mayor, una pulsión, por, a la vez que se evita, conocer, explorar,
experimentar el área prohibida, que se manifiesta emergente en los
sueños y en los deseos no controlados fuera de los límites de la atenta
vigilia.
De ahí la idea de que el sometimiento sexual del contrincante al
representar la mayor vejación, sea una muestra de supremacía varonil,
sin tener en cuenta que en la condición homosexual de dicho acto, es tan
partícipe el "verdugo" como la víctima sometida.

De ahí los deportes ingleses de equipos, concebidos en ejércitos, en
escuelas de varones, cuyo objetivo casi siempre es colar un gol a un
equipo que cuenta para evitarlo, con un solitario gladiador que defiende
el agujero. El placer del gol clavado y la humillación del gol recibido.

En el lenguaje permanente del machismo aparece el acto de someter y
sodomizar en forma figurada, como una virtud, como un "triunfo" no como
algo aberrante, quien lo logra se hace acreedor del respeto y la
admiración de sus iguales, se trata de ser quien hace el "gol" y quien
evita que te lo metan. Todo ello en un ámbito altamente misógino, donde
la mujer no tiene más participación que la cuota femenina del propio hombre.

De hecho casi es prescindible el sujeto sometido si pertenece al mismo
sexo, todo se podría resolver en casa. El sodomita se somete a sí mismo,
y lo único que precisa para continuar reforzando la sensación de
virilidad es que el telón caiga tras el acto del rugido victorioso. Ello
mantiene a buen recaudo y entre bambalinas a la traviesa
inquilina juguetona, que sólo reclama para sí el premio del gozo.

Basta con remitirse al acto de la masturbación, donde un individuo se
convierte en dos, el que recibe el placer de una mano muy amiga, y el
que lo otorga, ambos aparentemente del mismo género, pero en la realidad
que anida en toda ficción, de géneros complementarios.

Y en todo ese ejercicio tan plagado de hitos así de reconfortantes como
perturbadores, terminan por no relacionar al sodomita con la
homosexualidad, sino como una forma superior, con una elevación del
grado de macho, del nivel de hombría. Y por ende termina viviendo una
sexualidad sufrida, cercenada, culposa y sórdida.

Pues Fidel, como gran parte de toda esa desviación de la especie en que
se terminaron convirtiendo aquellos "rebeldes del '59" , tenían y fueron
desarrollando y perfeccionando esa característica en su lenguaje
coloquial, sumando además a la charretera masculina, virtudes propias de
un revolucionario prolongación de las fálicas, como el valor en la
lucha, la cantidad de enemigos vencidos, la resistencia del dolor,
aunque no de manera tan evidente como un hooligan o un presidiario, pero
del mismo corte y estilo.

Y a la larga esos súper machos revolucionarios se fueron moldeando,
inventando, temiendo un límite oscuro y recurrente, una frontera
aterradora y omnipresente.

Guarapo, como buen sodomita potencial, tiembla de terror ante el deseo
de ser él, su propio sujeto sometido.

Source: La Habana y Sodoma - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5726625d3a682e0b906f2347#.VycI0DB97ic

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