Gay Cuba
ALEJANDRO RÍOS
03/04/2015 11:00 AM 03/04/2015 4:00 PM
La última vez que lidié con la literatura de Miguel Barnet, hoy
presidente de la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba, así
como miembro del parlamento castrista, fue por los años ochenta cuando
publicó sus memorias tempranas.
En aquella ocasión, no pocos pensamos que aprovecharía la oportunidad
para franquearse sobre la agonía de profesar una preferencia sexual en
las antípodas con el represivo régimen que lo había marginado durante
los primeros años de su carrera literaria debido, principalmente, a esa
circunstancia.
Años después, sin embargo, cuando la intolerancia dura había amainado,
sobre todo para personalidades de la nomenclatura como él, decidió
escribir el cuento Fátima o el Parque de la Fraternidad donde, a manera
de monólogo, refiere las aventuras y desventuras de un travesti que
implantó su reino en ese sitio público que los homosexuales cubanos han
hecho suyo.
Aunque la cultura de la isla en general tuvo manifestaciones artísticas
y literarias de tendencia homosexual, generalmente solapadas, luego de
1959, algo parecido a una apertura aconteció en 1990 con la aparición
del relato de Senel Paz El lobo, el bosque y el hombre nuevo que luego
diera lugar al filme Fresa y chocolate (1993).
Eran otros tiempos, el socialismo europeo se desmoronaba y las
compuertas de tantos años de perversidad contra la población LGBT se
abrieron, inesperadamente, para dar lugar a un verdadero tsunami
alrededor del tópico y de la exhibición pública de la población gay.
Vale la pena anotar que tan temprano como en 1984 Néstor Almendros y
Orlando Jiménez Leal se habían adelantado a revelar la realidad, sin
edulcorar, del drama de ser homosexual en una dictadura totalitaria con
el documental Conducta impropia.
En ningún sentido la parte más reciente del deshielo encabezado por toda
la murumaca mediática de Mariela Castro y su CENESEX (Centro Nacional de
Educación Sexual) ha significado que la homofobia y la represión han cesado.
Dos estrenos cinematográficos recientes atestiguan que la ordalía
continúa. Vestido de novia es la versión dramatizada que Marilyn Solaya
ha fabulado sobre su documental En el cuerpo equivocado, donde argumenta
los sueños y, sobre todo, las frustraciones de Mavi Susel, la primera
persona sometida a una operación de reasignación de sexo en Cuba.
Y aunque utiliza el recurso del pasado –como lo hiciera en su momento
Fresa y chocolate–, durante las tribulaciones del llamado período
especial, nada hace presumir que las vicisitudes sufridas por el
personaje interpretado por Laura de la Uz –violencia, escarnio,
incomprensión– han sido superadas.
Jorge Perugorría, por su parte, se ha ocupado de adaptar el mencionado
cuento de Barnet en un largometraje homónimo Fátima o el Parque de la
Fraternidad. Es una historia de telenovela, el guajirito que se harta de
los abusos de su padre y parte para La Habana en pos de alguna mejoría.
Manolito o Fátima, que es su nombre de "batalla" porque cuenta que se le
apareció la virgen de igual nombre, es interpretado por Carlos Enrique
Almirante. En la capital se enamora de un delincuente que lo conmina a
prostituirse y luego lo abandona y parte en una balsa hacia Miami.
Más allá de subtramas y situaciones melodramáticas y artificiosas que
desdicen de la comunidad LGBT cubana –tratando de legitimarla–, el
panorama que revela el filme sobre Cuba como destino nacional y foráneo
de sexo alternativo, causa pavor por su desesperación y miseria.
El estereotipo de los prostíbulos habaneros concurridos por marinos
norteamericanos, tantas veces esgrimido por el régimen como un pasado de
vicios borrado por la revolución, ha pasado a la historia como un leve
inconveniente.
Source: ALEJANDRO RÍOS: Gay Cuba | El Nuevo Herald El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/opinion-sobre-cuba/article12298874.html
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