viernes, 22 de agosto de 2014

Rebelión de Mariela

Rebelión de Mariela
Ha lucido como l'enfant terrible del parlamento cubano, atreviéndose,
por primera vez dentro del castrismo, a no estar de acuerdo, mediante su
voto insurrecto, individual y aislado, con un proyecto oficial
jueves, agosto 21, 2014 | Wichy García Fuentes

SONORA, México.- De nuevo se volvió noticia internacional otra
escaramuza de producción nacional, una de esas que estimulan la
imaginación y ofrecen esperanzas a la gente de buena fe: Mariela Castro,
la infanta, la hija del regente y sobrina del rey padre, ha levantado su
solitaria mano para votar en contra de un proyecto de Código del
Trabajo, en la Asamblea Nacional del Poder Popular, que es algo así como
un parlamento, pero donde lo más normal es que nadie esté en desacuerdo
con nada, jamás.

El gesto de rebeldía parece haber impactado en los medios
internacionales, aun cuando tuvo lugar hace más de medio año, que así
son las cosas cuando se trata de Cuba. Allí las notas relevantes tienen
su propio ritmo y su muy particular temporada de asombro, según consigan
salir a flote o alguien interesado se atreva a revelarlas.

Claro que, si lo vemos desde un ángulo circunstancial, la reseña,
incluso tardía, sigue siendo apetitosa. El parlamento cubano es una
entidad diseñada para la más absoluta unanimidad. Ahí no se admiten
réplicas ni objeciones a los decretos que redactan un pequeño grupo de
escogidos. Los diputados sólo se sientan en ese lugar para, a nombre de
la masa popular, decirle que sí, y aplaudir con afectada vehemencia a
cuanta cosa se le ocurra a los más altos dignatarios, sea o no
razonable. A ninguno de los 612 aplaudidores se le ocurriría jamás
cuestionar la funcionalidad de una estrategia, porque no es ese su papel
en la asamblea.

Mariela Castro, por tanto, ha lucido como l'enfant terrible del
parlamento cubano, atreviéndose, por primera vez dentro del castrismo, a
no estar de acuerdo, mediante su voto insurrecto, individual y aislado,
con un proyecto oficial. Al menos no en su totalidad. Porque lo único en
lo que discrepó fue en la no inclusión de los transgéneros y enfermos de
VIH en la nueva legislación del trabajo. Pero a la prensa internacional
le ha impactado saberlo, y hasta cierto analista de tendencia
complaciente ha llegado a afirmar que aquello podría ser "un anticipo de
una mayor dinámica legislativa" y hasta "un acto auténtico de la
sociedad civil cubana"…

El sonido de un frenazo

Un momento… Nadie, fuera de una consentida descendiente del apellido
Castro se atrevería a discrepar en esa Asamblea Nacional. El supuesto
virus que pudiera fracturar a la impuesta unanimidad legislativa en
Cuba, ni siquiera tiene un buen caldo de cultivo para propagarse, mucho
menos para ser el anuncio de una nueva era de diferencias, discusión y
consenso reflexivo entre quienes todavía pasarán muchos años aparentando
que tienen vela en aquel entierro.
Mariela, por demás, está concentrada en su propio frente, el de los
derechos de homosexuales, travestis y transgéneros, y eso, siempre y
cuando los homosexuales, travestis y transgéneros pertenezcan al
oficialista CENESEX, la institución que ella dirige, para beneficio de
aquellos que no cuestionen el legado de su estirpe. Si no se preocupa
por la gente gay que no sea al mismo tiempo "revolucionaria", menos va a
interceder por los salarios caídos del trabajador medio cubano, de
cualquier tendencia sexual, ni por sus derechos sindicales como la libre
reunión o la huelga.

El anémico voto ermitaño no cambiaría una sola coma del proyecto
engendrado por su propio padre, en un contexto monárquico con nulo
debate. El enfoque de Mariela Castro, en caso de ser escuchado o
aceptado, apenas incidiría positivamente en un microscópico estrato de
la población laboral, en una minúscula cantidad de personas que, aun
teniendo derechos factibles de ser atendidos y respetados, no
representan ni por asomo a la inmensa cantidad de trabajadores cubanos.
Sesión tras sesión, éstos son burlados y ninguneados en aquella Asamblea
Nacional que siempre parece tener objetivos más solemnes y trascendentes
con que ocupar sus sagradas horas de verborrea.

El gesto "sedicioso" de Mariela Castro, a pesar de ser noticia global,
no pasará de ser una breve manifestación de malcriadez. Sólo ella se
seguirá atreviendo a levantar la mano en contra de los preceptos
oficialistas, pues sólo ella sobrevivirá sin consecuencias a semejante
declaración pública de desacuerdo con la más alta esfera del gobierno.

Tampoco tendremos "una mayor dinámica legislativa", como mismo una
golondrina no hace verano. Y la sociedad civil cubana sólo se desayunará
con "actos auténticos" cuando las dinastías no jueguen más al ajedrez
con la política nacional, cuando quienes ocupen los más altos escaños
del parlamento no sean elegidos a dedo por una casta militar, y cuando
la opinión discrepante sea, por fin, un derecho y un deber de todos.

Source: Rebelión de Mariela | Cubanet -
http://www.cubanet.org/colaboradores/la-rebelion-de-mariela/

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