Sin mirar al espejo - el SIDA se propaga cada día más en Cuba
[12-07-2012]
Lucas Garve
Fundación por la Libertad de Expresión
(www.miscelaneasdecuba.net).- Por cada 5,4 hombres infectados hay 1
mujer en La Habana. Una de las causas de contagio de las mujeres es por
contacto con su conyugue, que oculta su bisexualidad u homosexualidad.
La historia de Raidel puede ser como la de algún sujeto masculino
cualquiera en esta hora cubana. En la medianía de la treintena, casado y
con hijos, un día sonó el campanazo del cambio para él.
Si hasta ahora no había sacado el pie fuera del plato del matrimonio,
tampoco le habían faltado ocasiones. Sin embargo, muy adentro de él
mismo, refrenaba un deseo insatisfecho.
Sucede que confianza íntima debido a la estrecha relación habitual con
su mejor amigo, Javier los condujo a una complicidad mutua. Además,
cuerpos jóvenes y desbordantes de vigor, así como las noches en cuartos
compartidos en viajes por asuntos de trabajo, crearon una
interdependencia extendida más allá de los límites de una simple amistad
fraternal.
Para ambos, la relación se volvió tan imprescindible porque era como el
espacio donde respirar y sin saberlo quedarse desnudos por dentro.
Cuando se reunían, cuando estaban juntos miraban el mundo pasar frente a
ellos como desde una vitrina. Para ellos, eran momentos de paz, sosiego
y reposo de los trajines cotidianos, del peso de las obligaciones, de
compartir sus preocupaciones.
Una noche más en un cuarto de hotel en medio de un viaje de trabajo no
significaba nada para los dos, pero en medio de un inocente forcejeo por
un cepillo después de la ducha; Javier apretó el cuerpo de Raidel de
cierta manera y cruzaron la frontera entre retozo amistoso y juego
erotizado.
Los dos sintieron al mismo tiempo el aguijonazo del sexo. Era el límite
de la parcela de esa relación que ambos no habían encontrado cómo traspasar.
Así tuvieron algo más que compartir, primero sin hablar de eso. Aunque
pasados los días, sus dos pares de ojos se miraron de una forma
diferente. Se encontraban como era costumbre, en los espacios
familiares o en espacios públicos adonde acudían a comer o a darse unos
tragos, pero una intimidad diferente daba a cada gesto un significado
distinto.
Pero Raidel fue más allá. Después de salir de una fiesta con una joven
vecina que vive sola, desearon continuar el festejo en privado. Pensó
que por ser hombre no tenía nada que perder. A los pocos días, Javier y
él planearon un viaje y durmieron juntos según la costumbre. Raidel no
habló con Javier del contacto sexual con la vecina. Ahora, sucedía algo
diferente entre ellos.
Una mañana una enfermera del policlínico se presentó en casa de Raidel
para citarlo en la oficina de la Consejería VIH -Sida. La joven con
quien gozó un encuentro sexual después de la fiesta en casa de un amigo
común dio su nombre como parte de la cadena de encuentros sexuales
recientes. Un examen clínico había revelado que ella estaba contagiada
con VIH.
Encuentros ocasionales, silencios, falta de lealtad, irresponsabilidad,
demasiada confianza en la infabilidad personal, y veinte ideas más,
empujaron a dos familias a traspasar los límites del riesgo.
Por cada 5,4 hombres infectados hay 1 mujer en La Habana. Una de las
causas de contagio de las mujeres es por contacto con su conyugue, que
oculta su bisexualidad u homosexualidad.
Ocurre que también algunos hombres practican el sexo transaccional con
otros hombres para obtener una remuneración económica de alguna forma.
Preferentemente con extranjeros seropositivos.
Además, inexplicablemente en esos y otros contactos, se arriesgan por no
usar preservativo.
Los jóvenes sufren falta de espacio para conocerse antes de los
intercambios sexuales. Hace mucho tiempo que desaparecieron las posadas,
albergues INIT en una época, moteles de paso. Los encuentros ocasionales
están limitados a lugares emergentes.
La falta de oportunidades, de sitios de intercambio sexual en las
parejas, sean habituales u ocasionales, agudiza la urgencia de un
reclamo que se hace insoportable para muchos. A esa hora, la emergencia
del desahogo sexual empuja a cualquiera a transgredir la frontera del
riesgo.
Hoy en día, a pesar de hablarse públicamente de los peligros de una
sexualidad irresponsable, la emergencia del encuentro impide muchas
veces mirarse al espejo y verse en lugar de los pacientes de VIH-SIDA.
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