Represión, Mariela Castro, LGBT
La que lo hereda no lo hurta
Los responsables del disparate cubano hablan como si fueran otros, otro
Gobierno, los culpables, y ellos llegan ahora para "salvar" al pueblo de
la hecatombe que le viene encima
Esteban Gutiérrez, La Habana | 05/06/2012 11:52 am
El trabajo que ha venido realizando Mariela Castro desde su posición de
directora del CENESEX ha sido fundamental, ha ayudado a derrumbar muchos
prejuicios y, una de las cosas más importantes, está educando a una
población mayoritariamente homofóbica con una fuerte tendencia a la
discriminación, ya sea sexual, racial o de género. Por primera vez se
trata ese tema en la televisión, con valentía, se han realizado
telenovelas donde se presentan parejas homosexuales, de uno y otro sexo
y, aunque a muchos les molesta el tema, sin dudas va ayudando a formar
una opinión distinta en la sociedad. Las palabras transexuales,
travestis, etc., ya no son "malas palabras" y se está considerando una
serie de leyes que están al mismo nivel de muchas sociedades actuales.
Las nuevas generaciones crecen desprejuiciadas y el hecho de que algún
amigo/a sea homosexual no resulta ni siquiera tema de conversación entre
ellos.
Todo eso es cierto, pero también es verdad que los homosexuales han
resistido, contra viento y marea, y han ido encontrando formas, muchas
veces clandestinas, de realizar su vidas. En nuestro país la homofobia
tuvo características peculiares: los homosexuales fueron discriminados
oficialmente, o sea, fue una política implementada por el Gobierno cuyas
consecuencias conocemos todos. El daño que le hicieron a varias
generaciones de cubanos fue inmenso y todos los que vivimos ese
"quinquenio gris", multiplicado por diez, tenemos cicatrices que nos han
acompañado y acompañarán toda la vida. Pero no es solo "gracias" a
Mariela que las cosas están cambiando en Cuba con relación a la
homofobia. Los movimientos internacionales por los derechos de los LGBT
se han "globalizado" y esa marea también ha llegado a nuestro país. La
resistencia pasiva y no tan pasiva de los LGBT en Cuba también fue
ganando sus espacios, nadie se los regaló.
Pero si bien desde el punto de vista científico, los criterios y
posiciones de Mariela Castro son acertados y responsables, sus opiniones
políticas son, sencillamente, lamentables. Mucho se ha escrito en estos
días sobre las declaraciones hechas durante su gira a los Estados
Unidos. Al excelente artículo publicado en Cubaencuentro, de Eugenio
Yáñez, La "disidencia" diversionista de Mariela Castro, no hay nada que
agregarle.
Solo quisiera recordar un par de cosas. En una gira, de las tantas que
ha dado por Europa, hace más de un año —no recuerdo la fecha—, cuando un
periodista quiso saber sobre por qué en Cuba no existía la libertad de
expresión, la señora Castro le respondió que a ella le daba risa cuando
le preguntaban eso porque, dijo, "¡quién calla a los cubanos!".
Entonces, para Mariela Castro, el ejercicio de la libre expresión se
reduce a lo que los cubanos criticamos en una cola interminable para
coger una guagua, o cuando suben los precios descaradamente en las
tiendas de divisas cuyos productos se venden hasta tres y cuatro veces
por encima de su precio de compra; o cuando los viejitos jubilados se
quejan de que su pensión, cuyo promedio anda por los 250 pesos cubanos
(unos diez dólares), no les alcanza ni para empezar. O sea, es una
libertad de expresión restringida, digamos que "racionada". Usted puede
tener, por ejemplo, un kilogramo de libertad de expresión por núcleo
familiar. O tres gramos de libertad de expresión por persona. Nada de
una prensa independiente o multipartidismo, donde se puedan expresar
criterios diferentes a los oficiales. Los que se atreven a hacerlo son
mercenarios y traidores. Y sanseacabó. Los únicos verdaderamente libres
y "disidentes", son ellos, según sus propias palabras. Pero los que
implementaron esa política cruel y represiva, los responsables del
disparate y la crisis económica que vive nuestro país hace más de medio
siglo, están ahí, muy cómodos en oficinas con aire acondicionado,
diciendo que ahora sí tenemos que cambiar. Y esto lo vienen repitiendo
como papagayos desde la mismísima década del sesenta. Hablan como si los
responsables de semejante debacle fueran otros, otro Gobierno, y ellos
llegan ahora para "salvar" al pueblo de la hecatombe que le viene
encima. Prometen reformas económicas, también racionadas, pero no hacen
lo que, si sintieran un poco de respeto por su pueblo, tendrían que
hacer: entregar el poder. Los cambios tienen que ser políticos porque
mientras todo sea propiedad del Estado, mientras sigan jugando a los
empresarios con "clientes" que son ellos mismos, mientras exista un solo
Partido, aquí no va a pasar nada.
Ahora, en su gira por Estados Unidos (de la cual en Cuba no se ha dicho
ni media palabra), Mariela Castro acaba de afirmar que "sería un
ejercicio de hipocresía" que el Gobierno se disculpara oficialmente por
la persecución durante décadas a los homosexuales. Me temo que aquí la
traicionó el idioma porque, según el DRAE, hipocresía: es el
"fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que
verdaderamente se tienen o experimentan". Entonces, ¿por qué sería una
hipocresía del Gobierno cubano reconocer que la persecusión a los
homosexuales fue un error?, ¿es que si reconocieran el error y se
excusaran estarían "fingiendo sentimientos contrarios a los que
verdaderamente se tienen"?, ¿cuáles serían esos sentimientos reales?
Siguen siendo el desprecio profundo contra los homosexuales que siempre
manifestó su tío. Hace unos años, se excusó diciendo que él se hacía
responsable, que lo que pasó fue que estábamos en la Crisis de Octubre,
que el país estaba amenazado, que la contrarrevolución interna y
externa, etc., etc. ¿Qué tenía que ver la Crisis de Octubre con los
homosexuales? Y entonces, en la década de los setenta, ochenta, noventa,
¿en cuál crisis estábamos?
Jamás han aceptado su responsabilidad, jamás han reconocido que fue una
injusticia. Y si no lo reconocen, no tenemos por qué creerles ahora. Lo
único que han hecho es inventar causas y tergiversar la realidad, como
si el sol se pudiera tapar con un dedo. Quizás sería menos hipócrita que
Mariela Castro repitiera los argumentos de su tío y de su papá, al menos
sería más consecuente con su discurso político. Sería bueno que repasara
un poco la historia, que releyera parte de la entrevista interminable
que le hizo Ramonet a Fidel Castro hace ya siete años. Mejor que siga
hablando de sexología y les deje la política a otros.
Para concluir, creo que no estaría de más recordar fragmentos de esa
entrevista. No sé cómo catalogará Mariela a su tío. Lo que sí está claro
es que la facilidad de escabullirse ante preguntas incómodas de
responder, o a la hora de reconocer los errores, Mariela es un verdadero
ejemplo de aplicación, realmente, una "abelardita". "Lo que se hereda no
se hurta" es, sin dudas, un refrán muy sabio.
Cien horas con Fidel: Conversaciones con Ignacio Ramonet[1]
Capítulo 10: Revolución: primeros pasos, primeros problemas
(Fragmentos: páginas 253, 254, 255).
Ramonet: Uno de los reproches que se le hizo a la Revolución, en los
primeros años, es que se dice que hubo un comportamiento agresivo, un
comportamiento represivo contra los homosexuales, que hubo campos de
internamiento donde los homosexuales eran encerrados o reprimidos. ¿Qué
me puede decir usted de eso?
Fidel Castro: En dos palabras, usted está hablando de una supuesta
persecución a los homosexuales. Yo le debo explicar de dónde nace eso,
por qué nace esa crítica. Le puedo garantizar que no hubo nunca
persecución contra los homosexuales, ni campos de internamiento para los
homosexuales.
R: Pero hay bastantes testimonios sobre eso.
FC: ¿Qué tipo de problemas se produjo? Nosotros, por aquellos primeros
años, nos vimos envueltos en una movilización casi total del país, ante
los riesgos de agresión inminente por parte de los Estados Unidos (…).
Se creó el servicio militar obligatorio. Nos encontramos con tres
problemas: la necesidad de un nivel escolar para prestar servicio en las
Fuerza Armadas (…). Había a su vez algunos grupos religiosos que, por
principio o por doctrina, no aceptan la bandera o no aceptan las armas
(…). Por último estaba la situación de los homosexuales, que no eran
llamados al servicio militar. Usted se encuentra con problemas de
resistencia fuerte contra los homosexuales, y al triunfo de la
Revolución, en esa etapa de que estamos hablando, el elemento machista
estaba muy presente en nuestra sociedad y prevalecían aún ideas
contrarias a la presencia de los homosexuales en las unidades militares.
Estos tres factores determinaron que no se les llamara a las unidades
militares; pero adicionalmente aquello se convertía en una especie de
factor de irritación, ya que eran excluidos de tan duro sacrificio y
algunos usaban el argumento para criticar aún más a los homosexuales.
Con aquellas tres categorías de los que por una razón o por otra
estaban excluidos, se crearon las llamadas Unidades Militares de Ayuda a
la Producción (UMAP), donde participaban personas de las categorías
mencionadas. Eso fue lo que ocurrió.
R: ¿No eran campos de internamiento?
FC: Esas unidades se crearon en todo el país y realizaban actividades
de trabajo, principalmente de ayuda a la agricultura.
Es decir, no afectaba sólo a la categoría de homosexuales, aunque sí
ciertamente a una parte de ellos, a los que eran llamados al servicio
militar obligatorio, una obligación en la que estaba participando todo
el mundo.
De ahí nace el problema, y es cierto que no eran unidades de
internamiento, ni eran unidades de castigo; al contrario, se trataba de
levantar la moral de los que ingresaban en esas unidades, presentarles
una posibilidad de trabajar, de ayudar al país en aquellas
circunstancias difíciles.
[1] Segunda edición. Revisada y enriquecida con nuevos datos. Oficina de
Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, septiembre del 2006.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-que-lo-hereda-no-lo-hurta-277393
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