Friday, September 9, 2011 | Por Leannes Imbert
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – "Siempre el que ve a
Fidel tiene ganas de preguntarle muchas cosas, porque Fidel tiene
respuesta para todo; él siempre tiene respuestas para todo tipo de
pregunta".
Leyendo estas palabras de Mariela Castro pronunciadas durante su
aparición en el programa ruso "A solas" ,de Actualidad RT, el pasado 2
de junio, se me ocurre que Fidel Castro pueda responderme una pregunta
que nadie ha podido aclararme hasta hoy: ¿Por qué, si está tan
arrepentido del crimen que a principios de la revolución se perpetró
contra los homosexuales cubanos no deja, antes de morir, un legado digno
que lo exonere de esa culpa y dispone, además, que sean atendidas las
demandas de la comunidad LGTB y respetados sus derechos humanos más
elementales?
De nada sirve, Sr. Castro, que pretenda hacer creer que no estaba al
tanto de lo que ocurría en aquellos campos de concentración que fueron
las UMAP, como afirmaban hace poco su sobrina Mariela y el Dr. Alberto
Roque.
Existen testimonios que demuestran fehacientemente que estaba al tanto d
lo que ocurría. Por ejemplo, el relato que hiciera un joven poeta
miliciano a Ernesto Cardenal para su libro dedicado "al pueblo cubano y
a Fidel", donde decía: "Yo estuve allí (en la UMAP), no como preso sino,
como miliciano. Sí, carcelero digamos. Yo vi los malos tratos. A Fidel
le contaban lo que pasaba allí. Una noche asaltó una posta de guardia y
logró meterse dentro, como si fuera un preso, para ver los tratos que
daban allí. Se acostó en una hamaca. Los presos dormían en hamacas y los
despertaban golpeándolos con sables; o si no, les cortaban las cuerdas
de la hamaca. Cuando uno de los guardias levantó el sable y se encontró
con la cara de Fidel, casi muere del susto".
Claro que estaba usted al tanto, Sr. Castro, de lo contrario no habría
gritado aquel 13 de marzo de 1966, en la escalinata de la Universidad de
la Habana: "Y nuestro problema con estos señores tenemos que resolverlos
sencillamente; unos tendrán que ir a la cárcel por delito de tipo común,
otros tendrán que ir al Servicio militar, otros tendrán que ir a las UMAP".
Y, mucho antes, en 1963, dijo en la radio y ante las cámaras de
televisión que "muchos de esos vagos, pepillos, hijos de la burguesía,
que andan con pantalones estrechos y van a lugares públicos a hacer sus
shows, que no confundan la calma y la ecuanimidad de la revolución con
debilidad, porque nuestra sociedad no puede permitir espacio para este
tipo de degenerados. No voy a decir que tomemos medidas drásticas contra
esos árboles torcidos. Hay muchas teorías científicas (referencia a la
homosexualidad). No soy experto en el tema, pero esto tiene que ver con
el ambiente al que se vincula el vago, el escoria. Nuestra agricultura
necesita mano de obra. Dejemos que estos gusanos y vagos no confundan La
Habana con Miami".
Lo anterior lo convierte, Sr. Fidel Castro, no sólo en conocedor de uno
de los tantos engendros de este régimen heterosexista y homofóbico, sino
en su autor intelectual.
¿Por qué entonces no intenta exorcizar ese demonio homofóbico que tiene
dentro y, antes de realizar su último viaje, se reconcilia y ordena que
se haga justicia a todos aquellos -los vivos y los muertos- que han
sido víctimas durante medio siglo, de tanta ignorancia y de su
inexplicable aversión a la homosexualidad?
Sólo pedimos que se respeten nuestros derechos y no tener que seguir
demostrando nuestra humanidad en un país donde, supuestamente, se
respetan todos los derechos humanos. Usted puede hacer algo bueno y
digno por la comunidad LGBT cubana. No pierda también esta oportunidad.
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