miércoles, 8 de marzo de 2017

Enrique y la homofobia castrista

Enrique y la homofobia castrista
8 Marzo, 2017 1:54 am por Oscar Sánchez Madan

Cidra, Matanzas, Oscar Sánchez, (PD) Hace pocos días recordé la historia
de Enrique, aquel joven afrodescendiente cubano que durante la primavera
de 1980 fue virtualmente crucificado por su condición de homosexual.

Su crucifixión ocurrió en el Instituto Superior Político-Militar de
Lvov, ciudad perteneciente a la entonces República Socialista Soviética
de Ucrania, cuando Enrique contaba con apenas dieciocho años de edad.

En aquellos momentos, más de cien cadetes cubanos que integraban el
denominado Colectivo 211, se preparaban en ese centro estudiantil como
comisarios políticos para cumplir diferentes funciones en las Fuerzas
Armadas Revolucionarias (FAR) de su país.

Además de los jóvenes militares de Cuba, en el Instituto estudiaban
cadetes de toda la Unión Soviética y de Angola, Mozambique, Siria y
Checoslovaquia, entre otras naciones que recibían ayuda militar de Moscú.

Entre los cubanos, Enrique era uno de los pocos estudiantes que por su
carisma, conseguía robarse la atención de sus compatriotas. Raro era el
día que no les deleitaba con historias que invitaban a reflexionar,
soñar, reír y hasta llorar. Tenía la capacidad de transformar la
oratoria en un arte casi supraterrenal. Era difícil verlo de mal humor
alguna vez.

Pero un día, el negro cayó en desgracia. Alguien informó al mando
superior que Enrique era amanerado. Como era lógico, el muchacho vio
amenazada su carrera militar.

En la Cuba castrista, ser afeminado era entonces uno de los más
horribles pecados. Así lo establecía la Biblia revolucionaria,
marxista-leninista elaborada por los comandantes históricos Fidel y Raúl
Castro.

Por dicha causa, el entonces mayor Francisco González, jefe del
colectivo de cubanos y del Partido Comunista, convocó una reunión
urgente del Comité de Base de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) al
que pertenecía Enrique. Durante la misma, los asistentes no aprobaron la
expulsión del joven de las Fuerzas Armadas Revolucionarias como se les
propuso.

Al concluir la Asamblea, se escucharon en el pasillo y en los
dormitorios, comentarios como estos: "Nadie tiene pruebas de que sea
homosexual"; "…y si lo fuera, ¿no tiene derecho a defender a su
patria?", "¡será maricón, pero es buen estudiante, compañero y amigo!".

Días después de la extraordinaria reunión, el cadete Daniel Ruiz
Millares, el mejor amigo de Enrique, lo acusó de haberle robado un par
de calcetines.

No pocos entre sus condiscípulos dudaron de la veracidad de aquella
imputación. Ellos compartían artículos de aseo personal, alimentos y
otros objetos, ya que dormían en la vecindad de otro compañero en la
misma habitación y sus relaciones eran casi de hermanos.

Enrique al principio rechazó la acusación. Dijo que con frecuencia
intercambiaban prendas de vestir. Sin embargo, en otra reunión que
efectuó la organización juvenil para analizar el presunto robo, se
declaró culpable ante las presiones ejercidas por el mayor Francisco
González, quien le manifestó en un tono amenazante: "Te podemos llevar
ante los tribunales si no confiesas".

Para este oficial, un homosexual podía ser artista, médico, peluquero,
cualquier cosa menos militar.

Una aeronave de Cubana de Aviación, despachó a Enrique a La Habana a los
tres días. Llegó a Cuba con el alma destrozada y los ojos arrasados en
lágrimas. Habían enterrado su futuro.

Al Enrique de cincuenta y tres años de edad, ese de mirada eternamente
triste, aunque de alma esperanzadora, lo vieron en La Habana de 2015,
donde se decía que ya los homosexuales habían dejado de ser espíritus
inmundos. Conversaba animadamente en un parque una tarde de agosto con
unos amigos, que al igual que él, se habían refugiado en los santos de
la religión yoruba para mitigar el dolor y restaurar la fe en un mundo
mejor y posible.
primaveradigital2011@gmail.com; Oscar Sánchez Madan

Source: Enrique y la homofobia castrista | Primavera Digital -
https://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/enrique-y-la-homofobia-castrista/

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