Lo que importa es un nombre como el de Mariela Castro

Lo que importa es un nombre como el de Mariela Castro
agosto 18, 2015 2:08 pm·

Guanajay, Artemisa, Manuel Aguirre Lavarrere, (PD) En Cuba no se puede
hablar de una homofobia instituida y tolerada por la sociedad. A través
de la historia, los cubanos han sabido respetar las preferencias
sexuales de los individuos, aunque siempre habrá personas que condenen y
discriminen este tipo de relaciones.

Pero si una vez hubo inquina contra la homosexualidad y el lesbianismo,
fue política y la detonó el propio gobierno castrista.

En 1980, durante el éxodo del Mariel, el régimen incitaba a apalear a
los homosexuales con consignas homofóbicas, que hacían alusión a la
preferencia sexual de estas personas.

Muchos cubanos y cubanas, simplemente por sus preferencias sexuales,
vieron venir el terror sobre sus vidas. Cuando jueces y tribunales se
unieron a la injusticia, se quedaron solos, sin una institución que los
protegiera.

Hoy el régimen acepta y tolera lo que nunca debió ser considerado un
estigma en la sociedad. Hoy los homosexuales son respetados y
considerados. Mariela Castro Espín se ha echado sobre sus hombros esta
cuestión. Los homosexuales y lesbianas son aceptados y se les autoriza a
participar en las marchas y mítines que organiza el CENESEX contra la
homofobia.

Los padres que antes trataban de ocultar a toda costa las inclinaciones
homosexuales de un hijo, ya no tienen que avergonzarse, la sociedad los
respeta, aun cuando algunos muestran una conducta bastante reprochable,
como el ponerse a enamorar a un hombre que va de brazos con su novia o
esposa.

Los afrocubanos no han tenido la misma suerte en su lucha por la
igualdad y la plena aceptación de sus diferencias como grupo étnico. No
hay un nombre como el de Mariela Castro que avale y haga visible ante
los ojos del estado las constantes muestras de rechazo que sufren muchos
en Cuba, donde el color de piel continúa como carta de presentación y
variable que marca la diferencia social, aunque se vocifere a voz en
cuello y para el consumo internacional que todos los cubanos somos iguales.

Ante tanta apatía y desinterés oficial por legar a las generaciones
venideras una patria libre de racismo y desigualdades sociales, se
impone la presión y la fuerza de la razón en aras de buscar un nombre,
un líder que sea capaz de aglutinar demandas y exigencias para plantar
cara en el Parlamento y que de una vez y por siempre se obligue al
régimen a tomar cartas en el asunto.

Habrá que hacerlo de forma pacífica, pero perseverante y sin miedo
alguno, como lo hicieron los constituyentes de 1940, que en tres
artículos pusieron sobre el tapete el problema racial en Cuba.

Aquella Constitución, a la que solamente le faltó la aprobación de la
ley complementaria, el castrismo la tiró a un lado para poder campear
por su respeto y hacer de este pueblo la masa de pan, que amolda como le
venga en gana.

Para Cuba actualidad: Manuel Aguirre Lavarrere mal26755@gmail.com

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