La conga de Mariela: ¿Sólo pan y circo?
Las bodas simbólicas entre gays en Cuba solo agudizan el problema contra
el que presumiblemente luchan
lunes, mayo 18, 2015 | José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba. -En apariencia, las bodas simbólicas entre gays y las
congas contra la homofobia que organiza Mariela Castro, no nos están
dejando mucho más que vodevil y pintoresquismo tercermundista. Sin
embargo, tal vez en la concreta nos deja algo peor: la agudización del
problema contra el que presumiblemente lucha.
Ya se ha hablado bastante sobre la sospecha (o la evidencia) de que el
activismo anti-homofóbico de la hija del dictador no responde sino a un
plan de estrategia cosmética dirigido –como todos los planes del poder
en Cuba- hacia la opinión internacional. Pero se insiste menos en que,
de cara al interior de la Isla, el tan llevado y traído proyecto del
Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) resulta en esencia
contraproducente, incluso dañino desde el punto de vista cultural,
puesto que en vez de empezar por la labor educativa, formativa y de
sensibilización, lanza medidas de efecto público que son como truenos
cayendo desde arriba. De modo que la gente, como todo lo que se le
impone (que aquí es todo), acata pero no concientiza, se limita a
cruzarse de brazos, vencida pero no convencida.
Así, pues, me temo que al final esta campaña no consiga otra cosa que no
sea continuar exacerbando nuestro espíritu homofóbico, que no sólo es
expresión de machismo, como muchos piensan. También condensa crueldad y
miseria humana.
Abundan en Cuba las discriminaciones, políticas, económicas, raciales,
de género… Y a mí por lo menos me parece particularmente sintomático que
la hija de papá haya escogido a las víctimas de esta comunidad
discriminada, que a la vez que alinea entre las más sufridas (y las más
reprimidas), es posiblemente la más vulnerable para enfrentar las
manipulaciones del poder, por ser quizá la más dividida y digamos la más
inofensiva. ¿Le permitirían a un auténtico antirracista organizar
mítines callejeros y convocar en comparsa a sus defendidos para que
exijan reivindicaciones? ¿Se lo permitirían a un auténtico defensor de
los derechos de los trabajadores, tan acogotados y mal remunerados?
A quienes se respondan lo mismo que yo ante estas interrogantes, tal vez
no les quede otro remedio que concluir que los planes del CENESEX, lejos
de ser antidiscriminatorios, son especialmente prejuiciados,
despreciativos y aun mezquinos.
Considero demasiado simple esa hipótesis según la cual la hija de papá
escogió el tema LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros)
solamente en busca de un protagonismo fácil y muy mediático, que le
permitiese hacer currículum como futura líder, sobre todo teniendo en
cuenta lo bien mirada que resulta la faena por parte de la progresía
internacional. Son detalles que sin duda debieron ejercer su gravedad
sobre el asunto. Pero se me hace que lo verdaderamente definitorio ha
sido el profundo desprecio, la pobre consideración y el nulo respeto
-por no hablar del nulo miedo- que los miembros de la comunidad LGBT
merecen ante los ojos del régimen.
Ello explicaría, por ejemplo, que mientras mujeres y hombres pacifistas
han sido sistemáticamente encarcelados y apaleados por caminar por las
calles en silencio y con flores en las manos, a Mariela y su heroica
guerrilla se les permita arrollar en conga, disparando a cada paso
consignas presuntamente liberadoras.
Claro, es de aplaudir cualquier acto, venga de quien venga, que ayude
aunque sea a una sola persona a ser menos discriminada. Pero lo dicho:
hay motivos para sospechar que en este caso no es el verdadero fin del
acto. Puede parecerlo, mas si alguien que pertenece a una comunidad
discriminada es favorecido mediante concesiones que le impulsan a poner
los intereses propios por encima de sus iguales, ello tal vez sea útil
para el individuo, pero no lo libera del estigma, en tanto nada cambia
para la comunidad a la que representa.
A un lado, están la evidente satisfacción de los recién casados en bodas
gay simbólicas y la desparramada alegría de los participantes en las
congas. Al otro lado, están las burlas o las descalificaciones o la
abierta repulsión que provocan no sólo entre la gente prejuiciada (que
aquí constituye mayoría) sino incluso entre muchos, muchísimos miembros
de la comunidad LGBT del país, o al menos de La Habana. Sería cuestión
de cotejar el peso de ambos lados en la justa balanza. Y luego, para
redondear, no debiéramos perder de vista el hecho de que en la misma
forma que el CENESEX les da alegría a los miembros de esta comunidad que
demuestran serles fieles e incondicionales, segrega y discrimina a los
que por diversas razones no admiten sumarse a su comparsa.
"No queremos segmentación ni exclusión, trabajamos por la integración
social de todas las personas", gritaba Mariela Castro hace poco, a
propósito de la Octava Jornada de Lucha contra la Homofobia y la
Transfobia. Y esto ya más que sospechoso, incluso más que ridículo y
grotesco, suena gracioso en labios de la hija del dictador, al estilo de
aquellos discursos del alcalde de San Nicolás del Peladero. Lo grotesco
en todo caso es que algo tan serio nos provoque risa.
Source: La conga de Mariela: ¿Sólo pan y circo? | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/la-conga-de-mariela-solo-pan-y-circo/
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