marzo 20, 2012
Maria Matienzo
HAVANA TIMES, 20 mar — Me cuesta un poco dejar las promesas sin cumplir.
Y me había prometido a mí misma no dejar este tema colgado. Mas allá de
mi fechoría de arrancar las páginas de la revista ajena, quiero seguir
el tema del turismo LGTB en la Isla y en el artículo de Excelencias del
Caribe.
El artículo comienza con esta cita: "La visibilidad facilita la
integración." Y se pone más interesante cuando en ese mismo lead esboza
una polémica entorno a la discriminación sexual. Dice: "para otros, la
única manera de no discriminar es no diferenciar."
Sin embargo, Excelencias… toma distancia, se sobrepone a cualquier
postura sociológica y nos recuerda que ella solo hablara de turismo y
dinero.
Y está bien. Es lo que le toca a una revista de turismo.
Las imágenes que emplea, por supuesto, ninguna son de la semana contra
la homofobia que se celebra en Cuba. Y los entiendo también.
Es que nuestra semana es un tanto opaca, mustia, gris en un país de
tanto sol y en medio de la primavera (finaliza en el 17 de mayo).
Excepto el día de la conga, el resto son conversatorios, charlas,
presentaciones de libros a los que solo asistimos los demasiado
interesados. El colorido (retocado en photoshop o no) que se ve en estas
imágenes creo que en Cuba no lo podrían encontrar, ni siquiera, por esas
fechas.
A veces es tan densa la información que nos llega sobre el tema LGTB, es
tan didáctica que parece que hablan de gente enferma. Y eso sobresatura
a todos. Y entonces, hay quien cree una payasada salir a desfilar el 17
de mayo.
O como me dijo un hombre hace poco: "Es que nos están tratando de
convertir a todos en homosexuales. Ahora en todas las novelas hay uno."
Como su comentario no venía al caso ni le contesté. Lo dejé ahí con sus
"dudas" si es que realmente tenía alguna duda.
Pero me di cuenta que a veces la gente no es tan homofóbica como
oportunista.
Me di cuenta, una vez mas de la necesidad de implementar, de animar un
sistema en contra de la discriminación y el acoso a los homosexuales,
que vaya mas allá de dos o tres personas, reclamando a voz en cuello
algunas reformitas.
Y, sobre todo me di cuenta que el destino gay-friendly en Cuba no iba a
funcionar como en Brasil, Argentina, por no decir Francia, Estados
Unidos, Alemania, Japón, si no se creaba un ambiente más hospitalario,
donde no fuera un escándalo ver a dos mujeres darse la mano o
acariciarse en la calle, sin que pareciera, en la imaginación de los
demás, pornografía.
Así que la revista Excelencias del Caribe, si no es tan utópica como yo
suelo serlo a veces, cuando sueño con reconocimientos de derechos en
Cuba, es parte de la mascarada, del mimo, de la fantasía, del juego de
hacerles creer al mundo que estamos abiertos al cambio.
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