Martes, Febrero 14, 2012 | Por Lucas Garve
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -El próximo estreno del
director cinematográfico Enrique Pineda Barnet, es una película de
temática gay. Lleva por título "Verde, Verde", y ya circulan copias
piratas en La Habana.
Se trata de un largometraje producido por el ICAIC, que tiene como
protagonistas a los actores Héctor Nóas y Carlos Miguel Caballero.
Cuenta, además, con la actuación especial de la cantante Farah María, un
ícono para muchos homosexuales y transformistas cubanos de décadas
anteriores.
En la parte técnica, los créditos anotan el guión del propio realizador,
con la participación de Raúl Rodríguez Cabrera en la fotografía; Gustavo
Herrera, en la coreografía; Nieves Laferté, en la dirección de arte;
Juan Piñera, en la música.
El tema aborda esencialmente la violencia que siglos de homofobia
siembran en el alma humana. O sea, es otra película más dedicada a las
relaciones homosexuales, un tema tabú en Cuba hasta años recientes, pero
que actualmente parece estar de moda.
La seducción que ejerce el tabú, lo prohibido, en hombres que se
muestran ante la sociedad como heterosexuales, pero con una tendencia
bisexual sepultada bajo los convencionalismos impuestos por el machismo,
conduce la trama sobre la historia del encuentro entre los
protagonistas, en un espacio de transgresión -un bar-, donde el alcohol,
el juego erótico de la seducción, la relajación de las relaciones,
empujan a los asiduos a traspasar límites que quizás en otros lugares no
se atrevieran a violar.
El director juega con las imágenes, que recuerdan los dibujos eróticos
gay de Tom Ford, para acentuar el drama planteado, a mi juicio, de
manera un tanto teatral. Hay demasiados parlamentos, demasiado discurso
para exponer las ideas del realizador acerca de cómo la homosexualidad
enfrenta la proyección de la homofobia entre los individuos.
La secuencia del intercambio sexual está marcada por la violencia que
desencadena la ruptura de los convencionalismos del pretendido personaje
heterosexual, al ser vencido por el placer de la entrega homosexual.
Aquí se revela la falsedad de la postura machista ante la pulsión
indiscutible de la libido.
El atrayente juego de la seducción, la ruptura de los límites de lo
prohibido, la violencia del intercambio sexual, la entrega al placer
ligado con el dolor, el transitar por un espacio vedado por los
convencionalismos, el castigo, patentizado por la agresión física
ejercida al final del acto sexual contra el homosexual: todo esto nos
lleva fatídicamente hacia el desenlace.
Pineda Barnet conoce, evidentemente, el tema que está tratando. En el
medio artístico habanero, no pocos homosexuales, conocidos por sus
obras, han sido asesinados en parecidas circunstancias. La atracción
inspirada por un joven objeto del deseo homosexual, conlleva el riesgo
de la violencia homofóbica como respuesta al placer.
Desde mi óptica, la película no aporta nada positivo a la aceptación, a
la comprensión y valoración del amor homosexual como una forma natural
de interrelación humana. No hay intercambio sentimental entre los
protagonistas, no hay amor posible en las relaciones homosexuales,
parece decirnos el director. Solamente cuenta el sexo, la violencia del
encuentro, como una de las cartas indispensables a jugar en el proceso
de seducción y en la búsqueda de placer sexual entre hombres.
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