lunes, 27 de febrero de 2012

Elogio de los fantasmas

Publicado el lunes, 02.27.12

Elogio de los fantasmas
Gina Montaner

Los años más tenebrosos de la dictadura cubana se emborronan con el paso
del tiempo. Han transcurrido más de cinco décadas desde que los hermanos
Castro se enquistaron en el poder y en estos 53 largos años los malos
recuerdos han sido sustituidos por otros más recientes. Sin embargo, las
huellas de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) perviven.

La semana pasada se celebraron en La Casa de América, en Madrid, las
segundas Jornadas sobre "Derechos Humanos, Sociedad Civil y
Homosexualidad en Cuba" y en ellas quedó patente que nadie puede ni
quiere olvidar los crímenes que se cometieron en esos campos de trabajos
forzados que confinaron a más de 25.000 hombres entre 1965 y 1968.

Por segunda vez la iniciativa partió de la Confederación Española de
Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales ("Colegas"). Una organización
española que en todo momento ha reivindicado el derecho a la libertad de
los cubanos, todos los cubanos, sin contar con demasiadas simpatías por
parte de un sector de la izquierda que todavía defiende al régimen
castrista y prefiere obviar los atropellos contra todos aquellos que se
atreven a desobedecer las arbitrariedades de los Castro.

Durante dos días el público tuvo la oportunidad de escuchar ponencias de
escritores como Zoe Valdés, Abilio Estévez, Vicente Echerri o María
Elena Cruz Varela. Los testimonios de disidentes como Osvaldo Alfonso o
Remis Iglesias. Las impresiones de periodistas que han sido
corresponsales en la Isla. El posicionamiento sobre Cuba de distintas
fuerzas políticas españolas. Debates sobre la operación de maquillaje
que el gobierno hace por medio de la hija de Raúl, Mariela Castro, al
frente del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba. Dos días
intensos que desenterraron lo que la dictadura pretende tapar y restarle
importancia con desfiles y banderolas del arcoiris gay que distraen la
atención del problema central: la falta de libertades en una isla que es
una inmensa cárcel.

En las Jornadas de "Colegas" se invocaron los nombres de Reinaldo
Arenas, de Virgilio Piñera y de Lezama Lima. Escritores que fueron
prohibidos, perseguidos y vejados. Entre los asistentes no había nadie
que no hubiera sufrido en carne propia el escarnio o que no conociera a
alguien que fue expulsado de su centro laboral o de la universidad por
no ajustare a los parámetros de comportamiento social con los que el
régimen ha pretendido encorsetar a la sociedad cubana.

En varias ocasiones se citó un discurso que Fidel Castro pronunció a
principios de los años sesenta y es inevitable concluir que aquella
revolución nunca tuvo nada de revolucionaria porque la dirigían unos
machos anticuados y con ideas casposas. En su arenga, Castro bramó
contra los "pepillos", "hijos de burgueses" que se atrevían a vestir
"pantaloncitos demasiado estrechos". Palabras propias de una abuela que
regaña al nieto rebelde. Ciertamente era él, Fidel, quien se
escandalizaba como una beata por las "actitudes elvispreslianas" y el
"libertinaje" de una juventud que sintonizaba con los Beatles o los
Rolling Stones. Así de antiguo y estrecho nació su fracasado experimento
social.

Ha sido saludable que la Confederación "Colegas" reuniera otra vez a
disidentes y activistas a favor de los derechos de los gays porque
conviene mantener vivo en la memoria el acoso al que el Estado cubano ha
sometido a los que buscan espacios de libertad política y sexual. Lo
otro, que es caer en el olvido y la desmemoria, sería darle la razón a
la patética pantomima a la que se ha prestado Mariela Castro. La varita
mágica de una de las herederas de la dinastía no conseguirá hacer
desaparecer tantos años de sufrimiento que parecen no tener fin.

En el escrito que Abilio Estévez envió a las Jornadas para ser leído, el
novelista cubano recordó cómo al gran Virgilio Piñera lo condenaron a
una "vida de riguroso silencio" por ser homosexual. Piñera, comenta
Abilio, introdujo el verbo "fantasmar" en su obra "Dos viejos pánicos"
para describir la perversa maniobra que consistía en hacer invisibles a
las víctimas de esa caza de brujas. Finalmente, los verdugos y
cancerberos del castrismo nunca podrán librarse de sus fantasmas.

Twitter: @ginamontaner

www.firmaspress.com

http://www.elnuevoherald.com/2012/02/27/1135422/gina-montaner-elogio-de-los-fantasmas.html

El régimen castrista no sigue mandando a los homosexuales a campos de concentración porque resultaría políticamente costoso

Periodista Digital. Entrevista Osvaldo Alfonso Valdés.
24 de febrero de 2012

PD entrevista al director de 'Misceláneas de Cuba' y ex preso político
Osvaldo Alfonso Valdés

"El régimen castrista no sigue mandando a los homosexuales a campos de
concentración porque resultaría políticamente costoso"

"La izquierda tiene un talento especial para cerrar los ojos cuando los
crímenes los cometen los de su familia"
Antonio José Chinchetru, 27 de febrero de 2012 a las 16:28

El precio de oponerse a la tiranía castrista puede llegar a ser muy
alto. En el caso de Osvaldo Alfonso Valdés (La Habana, Cuba, 1965) ha
sido de casi dos años de prisión y el posterior exilio en Suecia. Junto
con otros 74 disidentes y periodistas independientes cubanos, fue
detenido durante la oleada represiva conocida como Primavera Negra de
Cuba de 2003. En su destierro sueco dirige la revista Misceláneas de
Cuba y es miembro de la Unión Liberal Cubana. Ha viajado a Madrid para
participar, durante los días 23 y 24 de febrero de 2012 en las 'Jornadas
sobre Derechos Humanos, Sociedad Civil y Homosexualidad en Cuba'
organizadas por la Confederación LGBT Colegas. Ha visitado Periodista
Digital para hablar de su experiencia y de la realidad de su país.

Osvlado Alfonso Valdés explica algunos de los argumentos usados contra
él y el resto del Grupo de los 75 (los detenidos y condenados durante la
Primavera Negra) por el régimen de Fidel Castro:

Sus argumentos era que nos habíamos reunido con diplomáticos, entre
ellos con americanos, y que habíamos hablado en la emisora Radio Martí.
Que nos habíamos encontrado con visitantes extranjeros en Cuba. Y que
habíamos recibido, y lo ofrecieron como prueba física, ayuda en
medicinas del exilio. Y lo ofrecían como prueba de que teníamos contacto
con el exilio "terrorista" de Miami. Una aspirina fue usada como arma
terrorista, y fue una prueba de delito para condenar a alguien hasta a
25 años de cárcel.

Valora la política de España hacia Cuba desarrollada por el Gobierno de
Zapatero y habla de sus esperanzas respecto al actual Ejecutivo:

La política que ha habido hasta ahora ha sido fatal, los cubanos
que queríamos una democracia casi teníamos un enemigo en España y el
aliado lo tenía el régimen. Ahora tenemos esperanzas de que cambie.

Tenemos esperanza de que haya coherencia en la política exterior
española y que lo que se planteó como partido de oposición se lleve a la
política exterior para la relación con Cuba y en el marco de la Unión
Europea. España es la que determina, por razones lógicas, qué política
lleva la UE, porque se la escucha. Tiene una función vital en ese sentido.

Sobre la situación de los homosexuales en Cuba dice:

Ya no se les manda a los campos de concentración como en los años
60 y 70, no porque el régimen no quiera, sino porque les resulta
políticamente costoso, pero siguen siendo discriminados, marginados y
considerándoles personas de segunda, pero no puede ser diferente porque
eso está en la filosofía del régimen.

Nunca van a integrar a los homosexuales porque no caben en su
esquema. Los van a tratar de utilizar, y no a todos. Solo a aquellos que
acepten el régimen. Pero nosotros --Misceláneas de Cuba-- seguimos
publicando noticias de casos de asesinatos, a patadas, de un travesti,
otros que se suicidan porque los meten en un calabozo.. y eso sigue
apsando. Mariela --la hija de Raúl Castro-- una vez al año organiza que
unos 100 o 200 homosexuales marchen en la cuadra, pero cuando pasa ese
día, la policía ahí mismo hace redada y los mete en la cárcel .

Explica el porqué desde el exterior apenas se denuncia la violación de
los derechos humanos de los homosexuales en Cuba:

La izquierda tiene un talento especial para cerrar los ojos sobre
todo cuando las violaciones y los crímenes los comenten los de su
familia. Siempre es una justificación. Los gays cubanos son maltratados
por un gobierno de izquierdas, extrema, así que no está mal, hay que
cerrar los ojos.

Para ellos, depende de quién gobierna, hay derechos o no hay
derechos. Para ellos el ser humano tiene derechos intrínsecos, pero eso
depende de quienes están en el poder. Ellos te lo pueden quitar o te los
pueden dar.

Con la colaboración de Sandra Besga.

http://www.periodistadigital.com/mundo/america-latina/2012/02/27/osvaldo-alfonso-valdes-castro-homosexuales-cuba-mariela-raul-castro-miscelaneas-colegas.shtml

La homosexualidad y la revolución cubana

La homosexualidad y la revolución cubana
[27-02-2012]
Osvaldo Alfonso Valdés
Director de Misceláneas de Cuba

(www.miscelaneasdecuba.net).- Cuando se habla de la falta de libertades,
las violaciones de derechos humanos y la represión en Cuba, no es
frecuente mencionar el tema de la represión contra los homosexuales.
Esto a pesar de que los homosexuales fueron desde los primeros años en
el poder del régimen castrista, un sector social que sufrió la crudeza y
la intolerancia de quienes pretendían construir una nueva sociedad y
un "hombre nuevo" en la que no tendrían cabida los que sentían atracción
física hacia personas de su propio sexo.


Con el triunfo de la revolución, la intolerancia hacia los homosexuales
pasó a ser en Cuba una política de estado, en la que el machismo y la
homofobia característicos de las sociedades latinas en general, encontró
un ambiente propicio y yo diría estimulante, y combatir la homsexualidad
se convirtió en otra "tarea" más de la revolución que llegaba para
eliminar los rezagos del pasado. Y tengamos en cuenta un dato
importante. Con el nuevo régimen y de la mano de la ideología marxista
en la praxis socio-política de la isla, la homosexualidad pasaba de ser
algo criticable y denigrante como lo fue tradicionalmente en Cuba, a ser
un obstáculo que había que combatir hasta eliminar, pues la
construcción de la nueva sociedad y la defensa del país de los supuesto
peligros que se predecían eran incompatibles con comportamientos no
heterosexuales. En pocas palabras, los abanderados de la revolución,
como la mayoría de los cubanos y cubanas, consideraban a los
homosexuales seres humanos flojos, y los flojos, debían desaparecer.


No se trataba lógicamente de que con la revolución comenzarán los
prejuicios hacia la homsexualidad, el asunto era que estos salían del
marco de las persepciones individuales, para convertirse en un
"problema" social. De cualquier manera, con la euforia de los primeros
años de revolución en una sociadad machista, no le fue dificil a los
nuevos gobernantes estigmatizar aún más al homosexualismo. Tampoco era
nuevo del todo el concepto de que un homosexual no podía ser buen
patriota. Esto lo podemos ver cuando leemos un texto atribuido al
presbítero José Agustín Caballero, uno de los primeros pensadores de la
nacionalidad cubana, quien en un artículo publicado en el Papel
Periódico de La Habana en fecha tan lejana como 1791 expresaba: ( y cito)


"Pregunto ahora ¿Si se ofreciera defender a la Patria, que tendríamos
que esperar en semejantes Ciudadanos o Narcisillos? ¿Podrá decirse que
estos tienen alientos para tolerar las intemperies de la Guerra? ¿Como
han de ser varones fuertes y esforzados, decía Séneca, los que así
ostentan su ánimo mujeril y apocado? Desengañémonos, el que se cría con
música, bailes, regalos y deleites, forzosamente degenera en femeniles
costumbres". ( fin de la cita). Así se expresaba un intelectual cubano
del siglo XVIII.


El concepto que de la homsexualidad tenían quienes abrazaron la
revolución cubana, se resume muy bien en las palabras de un personaje
de la película Fresa y Chocolate, llamado Miguel, que es un joven
comunista, y quien le dice a David, el personaje gay, durante una
conversación: "Mira David, ahí mismo, a noventa millas, está el enemigo"
y concluye Miguel más adelante: " la revolución no entra por el cul.."


Bajo estos supuestos, comenzó la persecución a los homsexuales en la
isla, lo cual alzanzó su punto culminante durante la segunda mitad de
la década del 60 en las llamadas Unidades Militares de ayuda a la
Producción, las UMAP. Allí fueron a parar miles de homosexuales, junto
a todos aquellos que el régimen consideraba inadaptados sociales, como
son los testigos de Jehová, católicos practicantes, y un largo y variado
etc. Estas UMAP fueron verdaderos campos de concentración donde los
recluidos eran víctimas de todo tipo de maltratos y vejaciones,
especialmente los homosexuales. No fueron pocos los asesinatos a manos
de los guardias que allí custodiaban, y también frecuentes los que
prefiriron privarse de la vida antes que soportar aquellas terribles
condiciones.


Las críticas de intelectuales de izquierda, simpatizantes de la
revolución cubana, y también hay que decirlo, de dentro de Cuba,
hicieron que aquel experimento por cambiar a través del maltrato y el
trabajo forzado, la conducta de seres humanos que sin constituir un
peligro para nadie, eran considerados enemigos de la sociedad, al fin
terminara. Pero con ello, no terminó la discriminación, y no podía
terminar, pues la libertad en general no es compatible con ese régimen,
y en un país machista y comunista como Cuba, ser homosexual y no
esconderlo, ha constituido todos estos años una rebelión contra la
intolerancia social y política que ha marcada la vida de la isla en los
últimos 53 años.


Y como en toda lo que ha pasado en Cuba, sobre todo, en lo malo que ha
pasado, también en esto Fidel Castro ha tenido una personal
responsabilidad como dueño y señor del país. Puede afirmarse que la
política de la revolución cubana hacia la homosexualidad es expresión
del pensamiento político del tirano. Veamos que le decía Fidel Castro en
1965 en una entrevista al periodista norteamericano Lee Lockwood
publicada en el libro Cuba de Castro, Fidel de Cuba:


"Nunca hemos creído que un homosexual pueda personificar las condiciones
y requisitos de conducta que nos permita considerarlo un verdadero
revolucionario, un verdadero comunista. Una desviación de esa naturaleza
choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante
comunista". ( fin de la cita).


Estas palabras, dichas por el máximo lider, el Jefe de la revolución, a
quién todos debían decirle Comandante en jefe: Ordene, define toda la
política del régimen cubano frente al homosexualismo. Ya no se trata de
meros prejuicios producto de la ignorancia, sino de toda una cocepción
antropológica de la homosexualidad en el contexto de un sistema
socialista marxista. De ahí lo que afirmaba anteriormente que el
machismo y la homofobia pasó a ser una deliberada política de estado.


También en 1971, en un evento que definió la política de la revolución
en el ámbito cultural y educativo, y en el que Fidel Castro, como
siempre, tuvo un papel protagónico, el Primer Congreso Nacional de
Educación y Cultura, en su resolución final se estipulaba lo siguiente:
"El carácter sociopatológico de las desviaciones homosexuales ha sido
reconocido. Se resolvió que todas las manifestaciones de desviación
homosexuales serán firmemente rechazadas y se evitará su propagación". (
fin de la cita).


Bajo este postulado, proclamado nada menos que en un congreso para
definir las metas culturales y educativas de la revolución, se inició
también una larga etapa, que no ha sido superada del todo, en la que los
homosexuales fueron discriminados en los sectores educativos y
culturales. Un homosexual, por ejemplo, no podía ser un maestro de
escuela, pues se consideraba que daría un mal ejemplo a las nuevas
generaciones. Muchos menos, por mucha fidelidad que mostrase a la
revolución, tampoco podría asistir a un evento internacional
representando a Cuba. Esa era la política oficial.


Sin embargo, en 1992, y siendo fiel a su costumbre de negar la realidad
y negarse a sí mismo siempre que le resulte conveniente, en otra
entrevista, esta vez, con el nicaraguense Tomas Borge, Castro dice: "no
sufro de este tipo de fobia contra los homosexuales. Realmente, en mi
mente, esto nunca ha estado y jamás he sido partidario, ni he promovido,
ni he apoyado políticas contra los homosexuales".


Pareciera que son dos personas diferentes las que hablan, pero es la
misma. Evidentemente no es posible gobernar por tantos años sin
contradecirse, y mentir una y otra vez.


Aunque los campamentos de la UMAP fueron cerrados y la política cultural
definida por el Primer Congreso de Educación y Cultura poco a poco
fueron cayendo en desuso, nunca ha existido en Cuba ni social ni
políticamente, la plena tolerancia y el respeto por los homosexuales, ni
se les ha dejado de considerar ciudadanos sospechosos y no confiables, o
en dos palabras, como lacra social. Durante el éxodo masivo hacia
Estados Unidos por el Puerto de Mariel en el año 1980, miles de
homosexuales abandonaron la isla huyendo de la persecución y la
represión, y entre las razones que exigian las autoridades para
conceder la salidad, estaba la de reconocerse o proclamarse como
homosexual y de ese modo a través de la propaganda oficial asegurar,
como se hizo, que todos los que se marchaban eran escoria de la sociedad.


En los últimos años, sobre todo a partir de 2006 cuando por razones de
salud Fidel Castro se vió obligado a ceder el poder a su hermano Raúl,
se ha venido ejecutando por el Centro Nacional de Educación Sexual
dirigido por Mariela Castro, toda una campaña, que es más que todo de
mucha propaganda, con la que se pretende rectificar la política oficial
hacia los gay, lesbianas y bisexuales en Cuba. Y afirmo que se trata
más que todo de propaganda, pues la ideología que ha sustentado la
política discriminatoria todo estos años sigue siendo la misma, y
quines gobiernan son también los mismos.


Pero cabe preguntarse, ¿por qué ese nuevo discurso de tolerancia? ¿se
trata de que en verdad consideran que los homosexuales pueden llegar a
ser lo que ellos llaman, el hombre nuevo? ¿O se trata más bien de puro
oportunismo político? Si observamos que pasa en Cuba hoy, no es dificil
llegar a la conclusión que muy poco hay de rectificación y mucho de
lavado de imagen del régimen castrista.


No es la primera vez en la historia de Cuba durante los más de medio
siglo de régimen comunista, en que lo que antes era prohibido y
perseguido, después resulta tolerado, al menos en apariencia, y siempre
y cuando no signifique un peligro para el poder. Así ocurrió con la
legalización del dollar, cuyo tenencia implicó para muchos varios años
en la cárcel, hasta que el régimen, es decir, Fidel Castro, creyó
conveniente que se legalizara. Lo mismo puede decirse de los religiosos,
sobre todo los de confesión católica, que de perseguidos y compañeros de
infortunio junto a los homosexuales en los campamentos de la UMAP,
pasaron a ser ciudadanos con derecho a militar en el Partido Comunista.
¿Acaso significó eso que los comunistas dejaran de considerar a la
religión como el opio de los pueblos y que Dios y la iglesia ganaran
espacio en la educación de los cubanos?, por supuesto que no, sólo que
políticamente les resultó conveniente el dejar atrás oficialmente la
discriminación por motivos religiosos, y por otra parte su poder para
nada quedaba en peligro, al tiempo que daban una imagen de tolerancia y
rectificación.


Ahora cuando Mariela Castro lo organiza, los gay, lesbianas y
homosexuales puden marchar por un par de cuadras de la Rampa habanera
al son de la música que les pone el CENESEX, pero esos mismos cuando
pasa la fiesta de Mariela, son acosados y hostigados por la policia en
ese mismo lugar, que no cesa incluso de arrestarlos en no pocas
ocasiones. Quizas es posible hacerse una operación de cambio de sexo en
Cuba, lo cual también se decide en el CENESEX, pero sólo si el aspirante
tiene espediente de buen revolucionario, de lo contrario, le será
imposible.


La comunidad LGBT cubana no se ha librado aún del rechazo y el desprecio
de las autoridades castristas. A la redacción de la revista Misceláneas
de Cuba, en varias ocasiones han llegado denuncias de maltratos de
palabras y golpizas a gays y trasvestis en diferentes partes del país,
e incluso, han ocurrido asesinatos. Por ejemplo, el 4 de enero de este
año, murió en una estación policial de la localidad de Guámiro, en la
provincia de Camagüey, a cosecuencia de una golpiza por parte de la
policía, el jóven gay Leidel Luis, conocido como Jéssica. El 8 de
septiembre de 2011, murió tras ser arrestado en una redada policial
contra homsexuales en el parque de la fraternidad en Centro Habana y
mientras se encontraba en la estación de la policía de la calle Zanja,
Nelson García, de 34 años de edad.


He aquí solo dos casos recientes, en menos de 6 meses, que han sido
reportados gracias a la presencia de periodistas independientes cercanos
al lugar de los hechos, aunque con certeza no son estos los únicos casos.


Por otra parte, hay que tener muy claro que no se trata de que se le
estén reconociendo derechos a la comunidad LGBT y que el CENESEX sea un
defensor y promotor de estos derechos. Esta es una institución que
responde a los intereses del poder, dirigida nada menos que por la hija
del dictador Raúl Castro, y como todas las instituciones legales de
Cuba, su objetivo es ejecutar una política del estado. Si realmente
hubiese llegado a Cuba el fin de la discriminación por motivos de
orientación sexual, y ese fuera un sincero objetivo en el trabajo del
CENESEX, las ideas políticas no contaran a la hora de ser reconocidos
los derechos, pero la institución que dirije Mariela Castro, no defiende
a la comunidad LGBT, sino los derechos de los que comulgan con el
régimen que ahora dirije su padre. Si no pregúntesele a Wendy Iriepa,
transexual que trabajaba en el CENESEX y quien por la desición de
contraer matrimonio con el disidente Ignacio Estrada Cepero, fue
destituida de su puesto de trabajo, enviada a limpiar los pisos y se le
invitó a presentar su renuncia.


Lo que necesita la comunidad LGBT cubana no es ni más ni menos que lo
que es imprescindible para que que todos los cubanos puedan ejercer sus
derechos o luchar por ellos sin tener que padecer la represión, y eso es
la democracia, y el pleno respeto a las libertades fundamentales. Nunca
se podrá ser plenamente libre si para no ocultar la inclinación sexual
difierente haya que hacer profesión de fe en un sistema que priva a la
mayoria de derechos muchos más elementales. No tiene sentido que sea, ni
siquiera en apariencia, mucho más facil el cambiar de sexo que elegir
democráticamente en las urnas a nuestros representantes. No se puede
respetar los derechos de una parte de los ciudadanos, mientras se
pisotean los de la gran mayoría.


En Cuba, dentro de los diversos grupos de la naciente sociedad civil,
los hay que defienden y promueven los derechos de la comunidad LGBT, y
tratan de crecer y desarrolarse de modo independiente, pero los
promotores de estos grupos, sufren, como cualquier otro defensor de los
derechos humanos en Cuba, la persecución y la represión de la policía
política.


Así sucedió la organización LGBT Reinaldo Arenas in Memoriam quién dejó
de exitir por el acoso y la represión constantes a que fueron sometidos.
Sólo la verdadera democracia, con el respeto de los derechos humanos
para todos los cubanos, puede ser el marco propicio para que la
comunidad LGBT de Cuba, puede luchar y alcanzar los espacios de
tolerancia y libertad que se han logrado en otras partes del mundo. Y
todos sabemos, que la libertad de los cubanos, no está en la agenda de
Mariela Castro y el CENESEX, pues eso sería, el fin del poder de la
dinastía a la cual ella pertenece y quien sabe si tal vez se considere
hasta heredera.

Muchas gracias.


Nota: El texto fue leido en el II Jornada sobre Derechos Humanos,
Sociedad Civil y Homosexualidad en Cuba organizado en Madrid los días 23
y 24 de febrero por la fundación LGBT española COLEGAS.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=35256

sábado, 25 de febrero de 2012

De guiñoles, hogueras y pájaros

Opinión

De guiñoles, hogueras y pájaros
Abilio Estévez
Barcelona 25-02-2012 - 10:39 am.

'La represión contra las minorías en la Cuba revolucionaria ha durado
largo tiempo. En cualquier caso, el tiempo que es capaz de soportar una
vida humana.'

En aquel frenético y contradictorio 1968, yo cumplí catorce años. En
Cuba nadie salió a la calle, nadie demandó que, en nombre del realismo,
se buscara lo imposible. Algunos jóvenes se reunieron en los alrededores
el hotel Capri. Otros, tocaron guitarra en los días larguísimos y
maravillosos de los muelles de la Playa de Marianao. Cantábamos: If
you're going to San Francisco, be sure to wear some flowers in your
hair… Se hablaba, por lo bajo, de Joan Baez, de Bob Dylan. Muchos leían
a escondidas la edición argentina de Las puertas de la percepción, de
Aldous Huxley. Nada más. O poco más, que yo recuerde.

Como es habitual en Cuba, los sucesos tuvieron un matiz diferente,
avanzaron por otros rumbos: nada de revueltas y reivindicaciones
morales. Aunque por fortuna tampoco hubo matanzas como la de Tlatelolco.
El mundo por un lado; según su costumbre, la Isla por el otro. Hacía
algún tiempo que la Isla había comenzado su lento, doloroso y
extemporáneo proceso de inmovilidad.

Y sin embargo conservo importantes recuerdos de aquel año, al fin y al
cabo yo estaba comenzando a vivir y todo lo nuevo alcanzaba condición de
epifanía. Uno de esos descubrimientos tuvo que ver con una función en la
pequeña sala del Guiñol Nacional. Entonces no sabía ―no podía saber―,
que era el privilegiado testigo de una histórica puesta en escena; un
Don Juan de Zorrilla, creación de muñecos para adultos, debido al
talento de la gran titiritera cubana Carucha Camejo.

Con los años, el recuerdo de aquel Don Juan se ha ido convirtiendo en
referente inevitable, en hito luminoso del teatro cubano. Ignoraba
asimismo que no solo sería su impresionante calidad artística lo que
terminaría convirtiendo en mito aquel Don Juan, a transformarlo en el
suceso memorable que es hoy también contribuyó su involuntario carácter
efímero. El que se hubiera intentado borrar para siempre de la historia
de nuestro teatro.

Hasta mucho después no supe cuánto de oscuro estaba teniendo lugar en la
historia secreta de Cuba. Años después supe, por ejemplo, que aquellos
títeres maravillosos (no solo los del Don Juan, sino todos los que
conformaban el repertorio del Guiñol) habían sido arrojados a una
hoguera. Ni siquiera la palabra "hoguera", con sus connotaciones
purificadoras, parece ahora la apropiada. Fue más bien una pira innoble,
sin pretensiones litúrgicas, que nada conservaba de rituales
inquisitoriales. Se trató de un fuego escondido, baladí, rutinario.
Excelente paradigma (en dimensión pequeñísima y mezquina) de lo que
Hannah Arendt llamó la "banalización del mal". Sin parafernalia, sin
ostentaciones, sin ínfulas ejemplarizantes, ardieron decorados, diseños,
textos, muñecos.

No obstante, era solo un elemento del problema, su lado "estético", por
decirlo así. Por supuesto, la injusticia mayor tenía lugar con las
personas. Había comenzado una escalada contra la homosexualidad (sobre
todo contra la masculina: la homosexualidad femenina fue siempre más
tolerada por los dirigentes de la revolución, como se puede comprobar
–aún hoy− sin dificultad).

Una escalada en todos los terrenos; principalmente en su lado más
visible y habitualmente vulnerable, el de la cultura. Quizá sería mejor
decir que no había comenzado, que se iba extendiendo, se desenvolvía
inexorablemente. Su origen había tenido lugar mucho antes, y poco a
poco. De modo que en la Isla ―en la que nueve años antes había triunfado
una revolución― se comenzaba por demostrar la falsedad de la vehemente
pintada del centro Censier de París: "La emancipación del hombre será
total o no será".

Innumerables actores, actrices, escritores, pintores, músicos, fueron
expulsados de sus puestos de trabajo, de las escuelas donde daban
clases. Se les llamó "parametrados". La fea, escalofriante, burocrática
palabra, que parece salida de la imaginación de un hombre como Kafka,
quería decir que "no cumplían con los parámetros sociales".

A pesar de las recientes disculpas de Fidel Castro por la persecución
homosexual de aquellos años al diario mexicano La Jornada ―en las que
llegó a justificarse con el argumento de que demasiados problemas de
"vida o muerte" le impidieron atender esa injusticia―, lo cierto es que
en un temprano y agresivo discurso de 1963, y que se puede consultar en
la red sobre las "desviaciones sociales e ideológicas", el jefe de la
revolución había declarado:

"Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con
unos pantaloncitos demasiado estrechos (Risas); algunos de ellos con una
guitarrita en actitudes "elvispreslianas", y que han llevado su
libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia
pública a organizar sus shows feminoides por la libre. ¿Jovencitos
aspirantes a eso? ¡No! 'Árbol que creció torcido...', ya el remedio no
es tan fácil. No voy a decir que vayamos a aplicar medidas drásticas
contra esos árboles torcidos, pero jovencitos aspirantes, ¡no! Hay unas
cuantas teorías, yo no soy científico, no soy un técnico en esa materia
(Risas), pero sí observé siempre una cosa: que el campo no daba ese
subproducto. Siempre observé eso, y siempre lo tengo muy presente. Estoy
seguro de que independientemente de cualquier teoría y de las
investigaciones de la medicina, entiendo que hay mucho de ambiente,
mucho de ambiente y de reblandecimiento en ese problema. Pero todos son
parientes: el lumpencito, el vago, el elvispresliano, el 'pitusa'
(Risas). ¿Y qué opinan ustedes, compañeros y compañeras? ¿Qué opina
nuestra juventud fuerte, entusiasta, enérgica, optimista, que lucha por
un porvenir, dispuesta a trabajar por ese porvenir y a morir por ese
porvenir? ¿Qué opina de todas esas lacras? (Exclamaciones.) Entonces,
consideramos que nuestra agricultura necesita brazos… […]"

En 1965 se abrieron los campamentos militares para recluir homosexuales,
religiosos, delincuentes potenciales y potenciales
"contrarrevolucionarios". Aquellos que, frente al destino manifiesto de
la patria, mantenían una "conducta impropia". Como se sabe, se crearon
las llamadas UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción). Y esas
siglas, aún hoy, continúan impresionando. Setenta años después del
desafortunado Valeriano Weyler y la diabólica idea de la
reconcentración, veinticinco después de los campos nazis de encierro
para judíos y otras "lacras", volvían a abrirse en el mundo los campos
de concentración. Que fueran de "escala menor", que no condujeran a las
cámaras de gas, careció y carece de importancia para las víctimas.
También se sabe que la muerte no es el único modo de morir.

Se dirá, con razón, que la homofobia no es asunto únicamente cubano. La
intransigencia contra el "diferente", la homofobia en particular se
halla en casi todas las historias posteriores al surgimiento de las
religiones monoteístas. En Occidente, con especial virulencia, desde los
siglos XI y XII, siglos de Cruzadas, en que se endureció de modo
considerable la intransigencia en contra de cualquier minoría. En
particular, el machista mundo hispano ha sido extraordinariamente
minucioso en su escarnio contra el homosexual.

También se dirá que en Cuba ha habido siempre, al menos a la luz del día
(de noche la mayoría de los gatos son pardos), una acendrada reacción
contra el homosexual. Sí, por supuesto, existía homofobia en la Cuba
anterior a 1959. Nadie podrá negarlo. Desde antes incluso del
surgimiento de la nación, los homosexuales se vieron violentados a la
máscara o al escarnio.

La palabra "pájaro" y un movimiento de manos imitando alas, servían (y
seguramente sirven) de ofensa. Según el sabio Fernando Ortiz, la
costumbre de llamar "pájaros" a los gays, venía del mundo negro, de
cundango, que en mandinga quiere decir "pajarito". Igual que todos, los
homosexuales cubanos sufrieron incontables humillaciones a lo largo del
proceso en que la Isla se iba convirtiendo en país y nación.

En un libro positivista, de 1888, La prostitución en La Habana, su
autor, Benjamín de Céspedes, describe: "Durante las noches de retreta
circulan libremente confundidos con el público, llamando la atención, no
de la policía, sino de los concurrentes indignados, las actitudes
grotescamente afeminadas de estos tipos que van señalando cínicamente la
posaderas erguidas, arqueados y ceñidos los talles, y que al andar con
menudos pasos de arrastre, se balancean con contoneos de mujer coqueta.
Llevan flequillos en la frente, carmín en el rostro y polvos de arroz en
el semblante ignoble [sic] y fatigado de los más y agraciados de algunos".

No obstante, encuentro al menos tres razones para destacar el lado
terrible de la homofobia en aquella Isla nuestra posterior a 1959. La
primera, la poca variedad, o mejor dicho, el recrudecimiento del
discurso homófobo. La segunda, que viniera implementada por un proceso
autodenominado revolucionario, que se proponía, por tanto, subvertir las
estructuras sociales, económicas, políticas, morales; entre otras cosas,
sorprende ―y decepciona―, la moral, los prejuicios cristianos que
pervivieron en revolucionarios que se confesaban ateos. Tercera razón —y
tal vez la más brutal― el carácter institucional, estatal, la
politización que asumió a partir de entonces la homofobia.

A partir de ese momento, el homosexual agregó, al estigma de ser un
traidor a la naturaleza, el estigma más alarmante de ser un traidor a la
patria. De ir contra la religión de Dios, a ir contra la religión de los
padres de la nacionales. La sospecha política resaltando cualquier otra
sospecha. La práctica "contranatural" implicando, por fatal silogismo,
la práctica contra la patria. Las inclinaciones sexuales como síntoma de
infamia patriótica. La felación como felonía.

Es bien diferente el homosexual que sufre la repulsa de quienes lo
rodean, que conoce el "apresamiento" y la "desposesión", eso que Didier
Eribon ha llamado "el poder de la injuria" (por dolorosa que esta sea),
al gay injuriado por todo un aparato estatal y por tanto policial. El
gay bajo la mirada aterradora del poder. El gay a quien la sociedad
desprecia, tiene la opción de cerrar puertas y ventanas. ¿Qué opción
queda, el cambio, al gay a quien desprecia todo un Estado?

(Como curiosidad, obsérvese que en el libro de 1888 se advierte, como de
pasada y con cierta indignación: "llamando la atención, no de la
policía, sino de los concurrentes indignados…". Lo que al parecer
significaba que aquellos muchachos se paseaban por las retretas sin
excesivos miedos policiales.)

La represión contra las minorías en la Cuba revolucionaria ha durado
largo tiempo. En cualquier caso, el tiempo que es capaz de soportar una
vida humana. Años en los que el escritor Reinaldo Arenas padeció prisión
en el castillo de La Cabaña. Años en los que Virgilio Piñera y José
Lezama Lima, dos de los más grandes escritores del siglo XX,
desaparecieron de las imprentas, de los planes de estudios, de la vida
social y fueron obligados a una vida de riguroso silencio. Como
fantasmas. No por simple juego de la imaginación, Virgilio Piñera creó
un verbo excelente y extraordinariamente cubano, "fantasmar" (volver
fantasma), en su pieza Dos viejos pánicos.

Apartar, expulsar, separar, recluir, dividir, confinar, menospreciar,
desacreditar, y, en última instancia, fantasmar: constantes sociales y
políticas del aparato represivo revolucionario.

Sé de lo que hablo: en 1977 pasé cuatro noches en un calabozo por
conversar con un amigo, pasadas las once de la noche, en la puerta de mi
casa marianense, cercana a la que hasta entonces se conocía como Plaza
Cívica de Marianao. Nos acusaron de "escándalo público". Antes de
encerrarnos en un calabozo con alrededor de veinte personas más, el
carcelero nos obligó a desnudarnos.

"Ahí van dos maricones", gritó a los otros detenidos.

Los dos maricones desnudos, no obstante, encontraron una extraña
solidaridad: el enfrentamiento con la máquina represora pasa por encima
de los prejuicios sociales. El juicio, en el que el fiscal del Tribunal
Provincial de La Habana pedía un año de privación de libertad, se
celebró tres angustiosos años después. Nunca se nos comunicó sentencia
alguna. Como no volví a entrar en la cárcel, y han pasado treinta y
cinco años, creo suponer que haya sido absuelto. Nunca, hasta hoy, me
atreví a preguntar. Quizá por eso odio los teléfonos y los timbres de
las puertas.

Como he dicho en otras ocasiones, esto que acabo de contar brevemente es
lo menos doloroso que puede narrarse de aquellos años. Otros,
indiscutiblemente, lo pasaron peor, mucho peor. Lo sé. Me limito a
contar lo que viví de primera mano. En mi caso, fue solo una pequeña
humillación. Una más en una larga serie de pequeñas y cotidianas
humillaciones. Lo que me interesa destacar es que no siempre el mal,
incluso en su monstruosa banalidad, adopta la forma del holocausto.
Existe un imperceptible campo de concentración de la vida vulgar, una
lentísima cámara de gas que apenas se distingue entre los cientos de
problemas de cada día. El mal a veces se asoma de forma imperceptible y
ordinaria, sin deux ex machina y sin música de Wagner.

Por ejemplo, todavía en los años ochenta, avanzados los noventa, quienes
habían contraído el vih/sida se vieron forzados a permanecer en lo que
se conoció como "sidatorios", en las afueras de las grandes ciudades.
Algo semejante a los leprosorios de la Edad Media. Creo saber que por
alguna piadosa disposición no se les colocaron campanillas al cuello.

Aún recuerdo la noticia del primer muerto por sida, en la primera plana
del periódico Granma. Ignoro si en efecto era el primer muerto por sida,
o el primero del que se daba noticia. En cualquier caso, había en la
información algo destacado, algo que podría habría parecido insustancial
y no lo era: el fallecido se desempeñaba como diseñador de algún grupo
de teatro, hacía poco había estado de gira por Nueva York. "Diseñador",
"grupo de teatro", "Nueva York". Indiscutiblemente, no había ingenuidad
en la noticia. Las palabras escogidas apuntaban a una fundada suspicacia.

Para nuestra dicha o nuestra desgracia, el tiempo pasa. Y ahora mismo,
¿se diría que la situación del homosexual cubano ha mejorado con los
años? Quizá. No tanto por un cambio de mentalidad, como por una
estrategia, por la calculadora necesidad de adaptar los viejos esquemas
a los nuevos tiempos. "Es preciso que todo cambie para que todo siga
igual", como enseñó aquel personaje tan lúcido del príncipe de Lampedusa.

Por eso, hemos podido leer en La Jornada a un debilitado y envejecido
Fidel Castro, desentendiéndose del asunto y pidiendo tímidas disculpas.
No sabía lo que sucedía (como si eso fuera creíble), y pasemos página
(como si eso fuera posible, sobre todo para aquellos a quienes se les
fue la vida en aquellos años). Pero ¿habrá que admitir que en ese
resquicio de cambio −para que nada cambie−, se alcanza el logro mínimo
de que la vida sea un poco más llevadera?

Aun cuando se desconfíe y concluya, con razón, que institucionalizar la
homosexualidad, pasarla por el filtro de una entidad oficial, es el
mejor modo de fiscalizarla, de mantenerla bajo el control absoluto,
supremo, férreo de un Estado que no cede ni un ápice de autoridad, cabe
convenir que, desde un cierto punto de vista, la "tolerancia" del
CENESEX es preferible a la "intolerancia" de la "conducta impropia" y de
los campos de concentración.

Será, en cualquier caso, una más de nuestras pírricas victorias. Todo
puede reducirse a la triste comparación con aquel sabio de Calderón que
recogía las sobras del sabio que lo precedía. La resignación, la
indolencia, esas posturas que tan bien hemos aprendido, sugieren que un
gay cubano de hoy vive con menos agobio que un gay de los años sesenta y
setenta. ¿Será esta una mirada que decide situarse en lo útil? ¿Será que
la mansedumbre conduce al cinismo?

Como ha destacado Didier Eribon en su Reflexiones sobre la cuestión gay:
"el mundo es 'insultante' porque está estructurado según jerarquías que
llevan consigo la posibilidad de las injurias". De modo que esa
"estructura" demanda un alerta constante, una permanente provocación. La
denuncia y el empleo inflexible de la información que las nuevas
tecnologías permiten.

Y, claro está, debemos tener siempre presentes las palabras de Hannah
Arendt: "Mientras existan pueblos y clases difamados, se repetirán
nuevamente en cada generación, con incomparable monotonía, las
cualidades del paria y del advenedizo, tanto en la sociedad judía como
en cualquier otra".

Barcelona, febrero de 2012.

http://www.diariodecuba.com/cuba/9786-de-guinoles-hogueras-y-pajaros

viernes, 24 de febrero de 2012

Murió travesti en prisión de Ariza

Murió travesti en prisión de Ariza
Viernes, Febrero 24, 2012 | Por Dania Virgen Garcia

LA HABANA, Cuba, 24 de febrero (Dania Virgen García, www.cubanet.org ) –
Desde la prisión de Ariza, en la provincia de Cienfuegos, informa el
recluso Julio Ortiz Argudín, recién trasladado a esa prisión, que supo,
por los presos, de la muerte, supuestamente por negligencia médica, del
recluso Isidro Roberto Rodríguez Varela, un travesti conocido como África.

Segun narraron los reclusos a Ortiz Argudín, el pasado 3 de febrero, a
las tres de la madrugada, Rodríguez Varela se sintió muy mal y los
presos llamaron con urgencia al funcionario de orden interior de
guardia, pero este tardó cerca de media hora en presentarse. El reo fue
trasladado, ya moribundo, para el puesto médico. Los presos afirman que
la enfermera y el funcionario de orden interior lo dejaron morir.

Rodríguez Varela cumplía una sanción de dos años de privación de
libertad por peligrosidad social y llevaba preso un año y ocho meses.
Según sus compañeros de cautiverio, no le habían concedido la libertad
condicional, ni cambio de medida, por el sólo hecho de ser travesti.

El fallecido residía en el reparto San Agustin, municipio la Lisa, en La
Habana.

dania.zuzy@gmail.com

http://www.cubanet.org/noticias/murio-travesti-en-prision-de-ariza/

En el Punto G de la Revolución

Entrevista

En el Punto G de la Revolución
Ileana Medina y Manuel Zayas
Tenerife-Barcelona 24-02-2012 - 7:48 am.

Directora del CENESEX antes que Mariela Castro, la sexóloga alemana
Monika Krause opina sobre la homofobia cubana, la primera operación de
cambio de sexo, la censura de literatura científica y otros temas.

Monika Krause tenía apenas veinte años cuando se enamoró de un cubano,
capitán de la marina mercante, enviado a la ciudad portuaria de Rostock.
Como ciudadana de la República Democrática Alemania (RDA), necesitó de
una autorización para poder abandonar su país. "Cuando a finales de 1961
solicité el permiso de salida y el de poder casarme, me amenazaron con
expulsarme de la universidad si insistía en mi propósito de ir a vivir
en Cuba. Fue 'mi capitán' quien obtuvo los permisos", dice.

Krause emprendió un viaje sin retorno. Cuando regresó en 1990, ya la RDA
solo existía en el recuerdo. Había caído el Muro de Berlín, levantado
poco tiempo antes de su partida, y las dos Alemanias se habían reunificado.

En Cuba, Krause ganaría fama como promotora de educación sexual, con
programas en la televisión y la radio. A la par, enfrentó algunos
escollos frente a la homofobia rampante de la jerarquía comunista. Hoy
vive en un pequeño pueblo del norte de Alemania, Glücksburg, desde donde
accedió a hablar para DIARIO DE CUBA.

Monika Krause ha publicado dos libros sobre su experiencia cubana:
Monika y la Revolución (Centro de la Cultura Popular Canaria, Tenerife,
2002) y ¿Machismo? No, gracias (Ediciones Idea, Tenerife, 2007). El
documental La reina del condón, de Silvana Ceschi y Reto Stamm, es un
retrato testimonial de su vida.

¿Cuál es el balance que hace de su vida en un sistema comunista
tropical? ¿Se vivía en Cuba mucho mejor o peor que en la Alemania comunista?

La primera fase de mi vida en Cuba la pasé en un estado de euforia, de
expectativa, de ilusiones, de poder participar de algún modo en el
proceso de cambios revolucionarios. Al mismo tiempo veía y sentía
constantemente el desmejoramiento, la falta cada día más abrumadora de
los productos alimentarios más elementales.

En pocas semanas —me remonto a los mediados del año 1962—, nuestra
dieta diaria, invariablemente, constaba de arroz y frijoles, frijoles y
arroz, arroz congrí. Conseguir un huevo equivalía a un premio en la
lotería (el Combinado Avícola Nacional aun no existía).

Para aquellos que no disponían de contactos con familiares o amigos en
el campo, la carestía de todo era la normalidad. Claro, el clima cubano
—en comparación con el de Alemania— tiene muchas ventajas: no hace falta
la calefacción, no se necesita ropa apropiada para cada estación del
año, se puede vivir con muy pocas prendas de vestir.

Sin embargo, el transporte público adquirió características de servicio
desconfiable. Escaseaban, o no existían ya, todo tipo de materiales de
construcción para el mantenimiento de la vivienda. Mi primer hijo,
nacido en febrero de 1963, tuvo que conformarse con que constantemente
cambiara la composición de la leche (no había suficiente leche fresca,
de forma que se la preparaba con leche en polvo, proveniente de diversas
fuentes de importación).

La cantidad de pañales recibida por "la libreta" no alcanzaba ni para
comenzar. La falta de agua —por apagones o por rotura de la bomba de
agua, que para repararse demoraba semanas, meses— me tenía al borde de
la crisis: bajar tres pisos para llenar cubos, palanganas, cazuelas de
agua de la cisterna y luego subirlos tres pisos —sin elevador—
constituía una prueba de nervios casi insoportable. La tubería de gas
estaba defectuosa y pasé un mes sin poder arreglarla.

¿Polvo de lavar? ¿Jabón de tocador y amarillo? Eran productos que
aparecían de vez en cuando, pero nunca en cantidades suficientes.
Durante mis casi 30 años en Cuba, la falta de agua, de gas, de
alimentos, de prendas de vestir, de artículos electrodomésticos, de
materiales imprescindibles para el mantenimiento de la vivienda, eran
una constante.

En la RDA, ya en este tiempo el racionamiento de los alimentos no
existía. Nunca faltaban los productos alimentarios esenciales: había pan
(de diversas variedades), leche fresca y los derivados de la leche
—quesos, mantequilla— y carne —de res, de puerco y pollo—, embutidos
variados, todo tipo de granos, arroz, aceite vegetal, frutas y vegetales
de estación (no se conseguían grandes variedades, puesto que apenas se
importaban del área "capitalista"). Pero nunca a un niño le faltó la
leche o su comida, ni a los adultos tampoco.

Podían adquirirse materiales de construcción para el mantenimiento de
las viviendas. El surtido era pobre, pero nadie ha tenido que verse en
la imposibilidad de pintar la casa, de arreglar una pila de agua, de
comprarse una cocina nueva o una lavadora.

Los círculos infantiles ofrecían la capacidad requerida para permitir a
las madres trabajadoras la permanencia en sus puestos de trabajo. El
sistema de transporte público funcionaba, cumpliéndose los horarios
puntualmente. Sin embargo, la tensión, la imposibilidad en la RDA de
expresar libremente criterios inconformes con la línea política, el
miedo de contradecir, de desacatar, de no haber sabido guardar la
apariencia, de no haber respetado "las reglas de juego" de una sociedad
socialista, costaba muchos nervios portarse como una ciudadana "digna de
ser estudiante en una universidad socialista", admirar
incondicionalmente al gran país hermano, la Unión Soviética.

Los cubanos —chistosos, ocurrentes, afables, hospitalarios, sobre todo
los amigos nuestros— me brindaron una acogida muy agradable. Lo mismo
sucedió luego con mis colegas, pero siempre hubo un "pero". Me resultaba
difícil aceptar la falta de constancia, la exageración, los frenos, los
obstáculos, los problemas reales e inventados y el eterno: "¡Ya verás,
todo esto se resolverá!" "¡Patria o muerte!"

Por un lado me fascinaba mi trabajo; por el otro, me desesperaba vivir
constantemente las contradicciones a todos los niveles: entre las
declaraciones, las disposiciones, los lineamientos y la implementación
de los mismos.

Para regresar al inicio, a la pregunta de si en Cuba se vivía mucho
mejor o peor que en Alemania, mi respuesta es: ni mejor ni peor, sino
muy diferente. Y al final, cuando había decidido regresar
definitivamente a Alemania, sencillamente estaban gastadas mis energías,
después de haberle dedicado a Cuba casi treinta años de mi vida, los
años más importantes, cuando mi rendimiento intelectual, mis fuerzas y
también mi capacidad de soportar reveses, estaban al máximo. Ya no
quería batallar como Don Quijote contra los molinos.

¿Cuándo comienza a colaborar con la Federación de Mujeres Cubanas (FMC)
y cómo se involucra en el trabajo de educación sexual?

En 1970, depués de haber tenido que interrumpir varias veces mis
estudios en la Universidad de La Habana, terminé "con broche de oro" la
licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas. Casualmente, recibí la
oferta de Vilma Espín, presidenta de la FMC, de trabajar en el
departamento de relaciones exteriores de esa organización. Gustosamente
acepté. Primero realizaba trabajos de traducción y de intérprete y, poco
a poco, fui promovida a asumir responsabilidades de mayor importancia. A
menudo fui solicitada, tanto por Vilma Espín como también por el Comité
Central y por otros organismos, para servir de intérprete y/o traductora.

Fue Vilma Espín la que me encomendó la tarea de elaborar un Programa
Nacional de Educación Sexual que abarcara también los aspectos de la
orientación y terapia sexuales y la planificación familiar, en 1976. Yo
no tenía idea de cómo concebir tal programa. Para comenzar, Vilma me
entregó un montón de libros guardados en la biblioteca de la FMC, la
mayoría en inglés, otros en alemán y en francés. De alguna manera todos
trataban de planificación familiar, de orientación de la pareja o de la
capacitación de los jóvenes para la vida en pareja y el matrimonio, con
criterios ideológicos y acercamientos muy variados.

Al comienzo me declaré incapaz de realizar el trabajo, pero Vilma me
aseguró que en Cuba nadie estaba capacitado para implementar educación
sexual, que utilizara mi sentido común, sacara de la lectura los
aspectos que me parecían importantes y que al final nos reuniríamos ella
y yo para diseñar un proyecto de programa.

Igualmente me aseguró que para la puesta en práctica del programa, yo
recibiría la capacitación necesaria. Otro paso importante fue la
búsqueda de experiencias principalmente en Suecia y en la RDA. Ambos
países dieron aportes muy importantes. Con estos y los elementos útiles
encontrados en la literatura, estructuramos el "Programa Multisectorial
y Multidisciplinario de Educación Sexual".

¿Cuáles fueron los principales objetivos de ese programa, quizás único
de su tipo en el mundo, y cómo se evaluó?

Los objetivos principales de este programa se basan en los acuerdos de
Naciones Unidas, en su Plan de Acción Mundial de 1975, así como en el
Programa del UNFPA (Fondo de Población de Naciones Unidas), de 1976, en
lo referente a la planificación familiar, a la necesidad de bajar los
altos índices de embarazos en adolescentes, a la salud y los derechos
reproductivos de la mujer, a la educación de la población para el logro
de conocimientos, actitudes y conductas sexuales responsables.

Hicimos nuestra la definición de salud sexual de la Organización Mundial
de Salud (OMS): "Salud sexual es el estado de bienestar físico, psíquico
y social relacionado con la sexualidad", etc. Igualmente, forman parte
del Programa las resoluciones del II y III Congreso Nacional de la FMC y
del Partido Comunista de Cuba (PCC), así como del Código de Familia, que
hacen referencia explícitamente a la lucha por el pleno ejercicio de la
igualdad de la mujer, a la educación sexual y para la familia, a la
superación del machismo, a los derechos y deberes de madres y padres en
la educación de sus hijos.

Comenzamos, pues, con la formación de un pequeño grupo de especialistas
—médicos, psicólogos y pedagogos— para capacitarlos como sexólogos.
Después estos mismos debían llevar la responsabilidad de
multiplicadores. La meta era preparar a especialistas en todo el país
para crear consultas de orientación y terapia sexuales y de
planificación familiar.

Principalmente, con financiamiento del UNFPA contratamos a profesores de
la RDA y de Suecia, más tarde también de América Latina, los cuales
realizaron una serie de cursos intensivos para capacitar al "pie de
cría", los futuros sexólogos multiplicadores (entre ellos yo). Durante
los primeros años, los especialistas extranjeros apoyaron a nuestro
todavía pequeño grupo de responsables de la formación de profesionales a
lo largo y ancho del país. Después realizamos este trabajo sin esta ayuda.

Paralelamente, me dieron la responsabilidad de buscar literatura sobre
sexualidad para especialistas (médicos, psicólogos, pedagogos,
sociólogos y otros, cuya labor profesional tuviera que ver con la
educación sexual, la orientación y terapia sexuales y con la
planificación familiar), para niños y sus padres, para adolescentes y
para adultos, con el objetivo de conseguir cobertura nacional con este
tipo de medios informativos. Esta tarea era responsabilidad mía en su
totalidad. En relativo corto tiempo, conseguimos una base bibliográfica
considerable, con un total de casi un millón de ejemplares.

La evaluación de este programa —a cargo mío— nos proporcionó por primera
vez en la historia de Cuba información sobre los conocimientos,
actitudes y prácticas sexuales de los adolescentes cubanos, así como
sobre sus preocupaciones, problemas, intereses y dificultades. La
realización de investigaciones y de evaluaciones constituyó un aspecto
importante. Sin embargo, la respuesta de los sectores de Educación
Superior y de nivel preescolar y primario fue negativa. A menudo hemos
tenido que buscar otras vías para realizar este trabajo.

Durante un curso de "Sexualidad humana" que tuve que impartir en varios
centros habaneros y en Santiago de Cuba, a médicos del segundo año de
especialización como médicos de familia, apliqué un cuestionario para
indagar sobre sus conocimientos, actitudes y prácticas sexuales y sobre
su capacitación real y creída en orientación y terapias sexuales y
planificación familiar. Los resultados evidenciaban que sus
conocimientos, sus creencias, convicciones, actitudes machistas y
terriblemente discriminatorias frente a la problemática de la
homosexualidad se parecían mucho a los de los adolescentes, con el
agravante de que como médicos se creían (91 % de los hombres, 65 % de
las mujeres) capaces de orientar y de realizar terapia sexual.

Los resultados de encuestas, investigaciones y evaluaciones podrán
encontrarlos en mi libro ¿Machismo? No, gracias. Cuba: sexualidad en la
revolución, y en Monika y la Revolución relato los resultados del
Programa Piloto en escuelas internados.

En 1984 se estrenó el filme Conducta impropia, de Néstor Almendros y
Orlando Jiménez Leal, documental que denunció los crímenes del castrismo
contra los homosexuales y que causó convulsión en las autoridades
cubanas. En ese año, usted reconocía a la publicación Gay Community
News, de Boston, que las Unidades Militares de Apoyo a la Producción
(UMAP) "fue una cosa realmente triste en la historia de Cuba". A la luz
de los años y viendo que la homofobia revolucionaria no acabó con el
cierre de aquellos campos de concentración, ¿cómo define usted el trato
que el régimen cubano ha dispensado a los homosexuales?

La película refleja fielmente la situación de los homosexuales en Cuba y
también el trato que el régimen cubano les ha dispensado. Pero quiero
subrayar un aspecto: no es solamente la cúspide del poder la que ha
manifestado actitudes y conductas de agresión, discriminación,
humillación, desprestigio, desclasificación, odio, repulsa, condena
frente a los homosexuales, sino que se trata de un fenómeno ampliamente
difundido en la población cubana.

No dispongo de elementos suficientes para explicar este fenómeno. Sin
embargo, el hecho de que los dirigentes máximos hayan actuado con
agresividad, que hayan creado las UMAP, que hayan hecho declaraciones a
la prensa nacional como internacional, que hayan creado leyes y
resoluciones criminalizando a los homosexuales, que los hayan calificado
de lumpen, parásitos, corruptores de menores y de la juventud, que hayan
desencadenado verdaderas campañas contra los homosexuales, todo esto ha
contribuido a que la población se sintiera invitada a seguir su ejemplo.

Especial importancia cobra en este sentido la Resolución aprobada por el
I Congreso Nacional de Educación y Cultura (La Habana, 1971, firmada por
los profesores J. A. Bustamante, psiquiatra, Abel Prieto —padre del
actual Ministro de Cultura— y otros dos profesores muy conocidos, cuyos
nombres no recuerdo), que trata sobre el fenómeno de la homosexualidad y
las medidas a tomar al respecto.

No recuerdo ni el título exacto ni el número de la Resolución, pero me
consta su existencia: Vilma Espín me la entregó (original) para
guardarla en el archivo del Centro Nacional de Educación Sexual
(CENESEX), cuando yo era su directora. El simple hecho de aprobar una
Resolución cuya aplicación se exigió rigurosamente, de manera que
adquiriera más fuerza que una ley, demuestra que la homofobia había
permeado a la dirigencia política.

La Resolución era la demostración "científicamente fundamentada" de que
la homosexualidad es una degeneración, una perversión sexual
irreversible, una enfermedad incurable; decía que los homosexuales se
caracterizan por ser débiles de carácter, fácilmente expuestos al
chantaje, ejercen influencia peligrosa en niños y jóvenes, son personas
en las que no se puede confiar. La Resolución fue la licencia
omnipotente para arremeter contra los homosexuales. Fue aplicada
regularmente como instrumento para "depurar las filas del Partido y de
la Juventud", para mantener "limpios" los sectores de educación,
medicina, psicología, o sea, todas aquellas ramas donde profesionales
pudieran influir en niños y jóvenes. Los homosexuales no debían tampoco
ocupar cargos de dirección, ni ser funcionarios.

Durante casi veinte años, la Resolución fue aplicada en las "asambleas
de balance" del PCC, de la UJC, en centros de trabajo y de estudio. El
Ministerio de Educación estableció que todos los alumnos —desde el nivel
preescolar hasta el preuniversitario— que manifestaran una conducta
sospechosa (varones, "amanerados", niñas "marimachas") se registraran
como sospechosos de ser homosexuales en los expedientes escolares, de
forma que el comportamiento, el desarrollo de cada niño cubano, quedara
controlado y registrado rigurosamente.

El expediente no se le enseñaba a los padres, la mayoría no sabía de
esta medida, pero lo cierto es que el expediente se "mudaba" de centro
escolar a centro escolar: si el niño en cuestión pasaba de la primaria a
la secundaria, de allí al preuniversitario, el expediente lo acompañaba
sin que el alumno o sus padres lo supieran.

Las "asambleas de depuración" de las filas del Partido y de la UJC,
realizadas cada año, tuvieron como resultado una serie de suicidios,
porque personas homosexuales o acusadas de serlo se vieron en una
situación tan desesperante que optaron por matarse. Ayer estimados,
queridos, admirados por sus conocimientos y su rendimiento, por su
trabajo destacado, hoy quedaban como indignos, traidores, falsos,
perversos, degenerados, solo porque la masa heterosexual no los aceptaba.

Solo desde finales de los 80 se han presentado algunos cambios en la
dirección política respecto a la atención y el manejo del problema de la
homosexualidad. Sin exagerar ni sobrevalorar el papel que he desempeñado
al respecto, me atrevo a aseverar que he dado un aporte importante a que
estos cambios se produjeran. Ya en 1976, cuando estaba diseñando un
programa de educación sexual y después de haber evaluado gran cantidad
de información, principalmente sueca y alemana, se la presenté a Vilma
Espín. Es el comienzo de sesiones de trabajo intensivas sobre
homosexualidad, de debates muchas veces infructuosos, pero también exitosos.

Me di cuenta que los criterios negativos de Vilma Espín sobre la
homosexualidad cambiaban paulatinamente. Cuando estábamos preparando la
publicación de El hombre y la mujer en la intimidad, de Siegfried
Schnabl, el capítulo décimo ("La homosexualidad en el hombre y en la
mujer") causó un impacto enorme. La traducción bruta, sin haberse
realizado aun las correcciones ni la revisión técnica, fue entregada a
cierto número de funcionarios del Partido, del MINSAP, del MINED. Fue la
primera vez que en Cuba se conoció un acercamiento muy diferente sobre
la homosexualidad.

Por órdenes superiores —a la cabeza estaba Vilma Espín—, el capítulo fue
reescrito, se le cambió gran parte, al final quedaba poco de lo escrito
por Schnabl. Este tipo de "violaciones" de obras con contenidos
inaceptables para "la cúspide" las he conocido una y otra vez en el
decursar del período de preparación de literatura científica y
científica-popular a mi cargo.

Ese libro fue editado en 1979 —100.000 ejemplares— y hubo una
reimpresión en 1985 con igual número de ejemplares. En 1989 logramos la
segunda edición cubana, con el capítulo décimo sin la intervención de la
comisión de censura. Simplemente entregué a la imprenta el texto
diciendo que estaba aprobado. En la hoja de créditos dice: "Revisión
técnica: Dr. Sc. Med. Celestino Álvarez Lajonchere, Dra. Mónica Krause
Peters (mis apellidos en Cuba), Dra. Stella Cerruti Basso".

El libro ¿Piensas ya en el amor?, de H. Brückner, fue igualmente
"violado". Sobre todo el capítulo referente a la homosexualidad fue
modificado tanto que apenas quedaba algo del autor. En una nota que
redacté —sin el permiso de Vilma Espín— traté de dar a los lectores y
sobre todo al autor una explicación del porqué de la intervención.

En la página de los créditos dice: "(…) para la versión cubana se ha
reelaborado el capítulo 12 y se han hecho cambios y adaptaciones a otros
capítulos, atendiendo a sugerencias y consideraciones de representantes
del Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual ... y a la especial
revisión de una comisión del Ministerio de Educación". (Énfasis de la
entrevistada.)

Yo tengo la impresión de que Vilma Espín actuaba de manera tan
incongruente —hoy expresando criterios de aceptación de la
homosexualidad como una característica sexual normal de una minoría,
mañana dando marcha atrás, condenándolos con todas las denominaciones de
antes— porque estaba presionada por algunos sectores como, por ejemplo,
los dirigentes máximos de Educación.

Los prejuicios, las "verdades absolutas": "los homosexuales son
perversos peligrosos que corrompen la sociedad" y "los homosexuales lo
son por haber recibido una educación inapropiada en su infancia", es
decir, "la culpa la tienen los padres" y "hay que reeducarlos",
abundaban entre ellos.

Vilma Espín tuvo que enfrentarse a muros casi inquebrantables. No debe
haber sido fácil para ella mantener su posición si la mayoría del Comité
Central del Partido estaba en contra. Entiendo que ella habrá tenido que
actuar con mucho cuidado para no sufrir el desprestigio.

Ella me instrumentalizó y yo permití que lo hiciera. Me fascinaba mi
trabajo. Ella me había dado facultades y poderes que difícilmente haya
recibido otra persona, pero tengo que admitir que este vaivén a menudo
me ha decepcionado, mermó mis energías y a veces me daba miedo.

¿Qué instrucciones recibían los sexólogos para abordar el tema de la
homosexualidad?

Las instrucciones eran claras y concisas: por orden de Vilma Espín yo
debía aportar el máximo posible de información científicamente
fundamentada, pero ella prohibió terminantemente la publicación. Pasaron
años en este estado contradictorio.

¿Tenía usted posibilidad alguna de criticar abiertamente las leyes y
reglamentos discriminatorios los homosexuales? Al respecto, ¿se tuvieron
en cuenta alguna vez vuestras recomendaciones?

Yo violé la orden varias veces, porque no podía respetarla. La primera
vez con la entrega —sin consulta previa a Vilma Espín— del manuscrito no
censurado de la segunda edición de El hombre y la mujer en la intimidad.
Vilma no se dio cuenta y no me pasó nada.

La segunda vez, ofrecí mi colaboración a Graciela Sánchez, de Puerto
Rico, que realizó el documental sobre la homosexualidad en Cuba No
porque lo diga Fidel Castro [1988], trabajo de grado de la Escuela
Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. No solo
le presté los equipos del CENESEX, sino también tomé posición como
directora del CENESEX, haciendo declaraciones, un llamado al cese de la
discriminación, a la marginación, a la criminalización de los homosexuales.

No informé a Vilma Espín de mi transgresión. Ella conoció de mi falta
porque el documental fue premiado como mejor trabajo de diploma y —de
acuerdo con la costumbre de la Escuela de Cine de exhibir en los cines
públicos de Cuba los trabajos premiados— se exhibió. En la primera
exhibición se produjo un escándalo. Se retiró de los cines, pero ya el
impacto era un hecho. Vilma Espín estaba indignada, y a mí solo se me
ocurrió responderle que yo no había violado la orden, tratándose de un
trabajo de diploma y que no podía haber sabido que la película pasara
por cines cubanos.

Su réplica: "No solo pasó por el cine cubano, sino que se proyectó en
los EE UU, en Europa Occidental y en América Latina".

Para mis adentros me puse muy contenta, pero al mismo tiempo sabía que
no debía abusar de la paciencia y de la protección que me brindaba Vilma
Espín. Esta película formó parte de nuestro material didáctico. Es
decir, fue enseñada a todos los participantes de cursos de postgrado. Y
no solicité el permiso de Vilma Espín para hacerlo.

La tercera transgresión fue una entrevista que concedí a un periodista
de la revista Alma Mater. Por supuesto que preguntó también sobre el
tema prohibido. Le expliqué que no tenía autorización de hacer
declaraciones públicas sobre el tema de la homosexualidad. El periodista
opinó que este artículo sería escrito por él y que debía ser publicado
durante las vacaciones de verano —cuando la censura no se encuentra en
su puesto. Manifestó que tendría mucha esperanza de que la publicación
se realizara sin alteraciones.

Le repliqué que sin o con "censura" yo no tenía permiso de publicar nada
sobre este tema. Su respuesta: "Déjeme el asunto en mis manos, que yo me
responsabilizaré…". Yo seguí hablando —sin freno— y el artículo se
publicó sin cambiar ni omitir nada respecto al tema prohibido. Si bien
recuerdo: termino diciendo que, si la homosexualidad pudiera cambiarse
recurriendo el (la) afectado(a) a la voluntad, en Cuba no habría ni un
solo homosexual, pues ¿qué persona con dos dedos de frente aceptaría,
voluntariamente, ser discriminada, vejada, excluida de la sociedad,
degradada, humillada, si de su voluntad dependiera cambiar esta
situación? ¡Nadie!

Esta vez la ira de Vilma Espín no tuvo límite. Mi explicación, mis
pretextos, me sonaban ridículos a mí misma. La revista desapareció de
los estanquillos en cuestión de minutos. Tuve la gran suerte de que el
artículo desencadenara debates a todos los niveles de la UJC. La
dirección de la UJC solicitó a Fidel Castro una revisión de la vigencia
de la Resolución y que les orientara cómo proceder. Fidel Castro pasó a
Vilma Espín el asunto, con el encargo de procurar la solución. Y Vilma
Espín me dio la orientación de elaborar, junto con el Dr. Álvarez
Lajonchere, un documento de toma de posición. Esto sucedió en verano de
1990.

En septiembre del mismo año, Vilma Espín convocó una reunión con
representantes del PCC, de la UJC, de los medios masivos de
comunicación, del Ministerio de Educación, del Ministerio de Salud
Pública, de la Facultad de Psicología (no recuerdo si participaron otros
más). Se decidió iniciar un trabajo mancomunado en torno al tema de la
homosexualidad. Se responsabilizó al CENESEX —cuya directora era yo en
aquel entonces— a apoyar a todos los "organismos afectados", a elaborar
documentos que sirvieran de base para el trabajo de publicación, de
programas de educación, etc., y de vigilar el correcto cumplimiento de
la labor. Sin embargo, Vilma Espín y el Ministerio de Educación
mantuvieron una posición muy reservada y restrictiva, que solo cambió
con mi sucesora Mariela Castro Espín.

La publicación del libro El hombre y la mujer en la intimidad, de
Siegfried Schnabl ha sido definida como señal de que la homofobia
institucional fue erradicada como política de Estado. Según tengo
entendido, la distribución de ese libro estuvo limitada a profesionales
de la salud y, si bien el autor subrayaba que la homosexualidad no
constituía una enfermedad y que los homosexuales debían ser respetados
como personas, en otras partes del libro se deslizaban párrafos
homófobos. [i]

En su opinión, ¿qué representó la publicación de ese libro en Cuba?
¿Quién velaba por este tipo de publicaciones? ¿Enfrentaron algún escollo?

No sé quién dijo que El hombre y la mujer en la intimidad haya
significado el fin de la homofobia institucional, pues el solo hecho de
que tratara "el tema prohibido" no es suficiente para llegar a esta
conclusión, máxime si se tiene en cuenta que el susodicho capítulo fue
cambiado, censurado, y solo la segunda edición, de 1989, se publicó con
el texto nuevo.

Es cierto que el libro —la primera edición de 1979— fue distribuido a
profesionales de la salud, de educación, a estudiantes de medicina,
psicología, pedagogía, sociología y a funcionarios. Esta medida fue
necesaria porque en Cuba no había publicación alguna que tratara el tema
de la sexualidad humana desde todos los puntos de vista. El libro debía,
en primer lugar, llenar un vacío, y debían tener acceso a él todos
aquellos cuya labor profesional tuviera que ver, de algún modo, con la
educación sexual y con la orientación y terapia sexuales.

El hecho de que de la imprenta desapareciera una paleta de libros que se
vendieron a sobreprecio en el Parque Central de La Habana —¡y volaron!
—, y el hecho de que en muchos lugares en la capital como también en
provincias se vendieran sin "el cupón", le dio al libro una
característica casi clandestina que en realidad no tiene.

También quedó evidente que la población estaba necesitada de recibir
información. Yo estaba al cargo de la búsqueda de literatura apropiada y
Vilma Espín me responsabilizó con todos los trabajos correspondientes:
negociación y coordinación con el Instituto del Libro (Editorial
Científico-Técnica y Editorial Gente Nueva); velar permanentemente por
el cumplimiento del cronograma; realizar el trabajo de revisión de las
traducciones o traducir yo misma; realizar junto con el Dr. Lajonchere
la revisión técnica y ayudar en la imprenta a elaborar las ilustraciones.

Vilma Espín velaba por todas las publicaciones sobre sexualidad y se
reunía con personas que, de acuerdo con su criterio, debían dar sus
opiniones al respecto —yo las llamo despectivamente "la censura"—, que
constituían realmente los escollos más grandes.

No puedo responder el acápite de la pregunta con una cita literal de
Schnabl, que debe encontrarse en la página 329, otra en la página 330,
pues solo está a mi alcance el libro de la segunda edición, que solo
tiene 314 páginas. Es probable que Schnabl se haya expresado en una
versión vieja de su obra de la manera que usted describe. No solo Vilma
Espín fue capaz de revisar totalmente su actitud frente a la
homosexualidad, también los sexólogos de otros países "modernos" han
tenido que cambiar sus criterios y sus actitudes.

En 1988 se practicó la primera operación de cambio de sexo en Cuba.
¿Cómo reaccionó el gobierno a esta operación? ¿Cuál era la posición del
CENESEX sobre la transexualidad?

No fue hasta finales del 1983 que pude conocer el programa tal vez más
sólido y consecuente de tratamiento del transexualismo: en Suecia, donde
pude realizar un viaje de estudio, financiado por la SIDA (Swedish
International Development Agency), se me permitió conocer todas las
instituciones que participan en la implementación del programa de
reasignación de género. El Dr. Bengt Nylen, jefe del equipo de cirugía
de reasignación de sexo en el Karolinska Hospital de Estocolmo se
ofreció a realizar la intervención quirúrgica de transexuales cubanos y
a capacitar a los cirujanos, sin cobrar. Solo solicitó poder pasar unos
días de vacaciones en Cuba después de realizado el trabajo.

Vilma Espín recibió toda la información con satisfacción y nos encargó
al Dr. Lajonchere y a mí elaborar un proyecto de programa sobre el
transexualismo. En el momento indicado tratamos de contactar al Dr.
Nylen, y recibimos la terrible noticia de que había fallecido, víctima
de un accidente. Esta situación significó un gran paso para atrás, un
freno de nuestra labor y un golpe fuerte para los candidatos a ser
sometidos a la intervención quirúrgica.

Cuando en Cuba se produjo la primera intervención quirúrgica de
reasignación de género, se estaba celebrando una reunión del Comité
Nacional de la FMC —yo era también miembro del Comité— y alguien sacó a
discusión la noticia de la intervención quirúrgica practicada por
primera vez. Yo estaba una vez más en el banquillo de los acusados.
"¿Cómo pudiste autorizar esto sin consulta previa?" —se me reprochó una
y otra vez.

El asunto es que yo no sabía de la operación. Lo supe cuando ya estaba
hecha. Conozco al cirujano, un urólogo muy competente. Pero el actuó sin
coordinar el asunto conmigo ni con el Dr. Lajonchere. Tampoco él conoció
el programa sueco que estábamos aplicando —en una versión adaptada— en
Cuba. El desconocía que la cirugía debe ser el último paso, por lo menos
debían pasar dos años de "vida en el rol del otro género".

Esta etapa de dos años es sumamente necesaria, porque sirve para
demostrar la condición de transexual del (la) afectado(a). La medida se
debió también al hecho de que en Cuba, con la homofobia extremadamente
agresiva, muchos homosexuales se declararon "transexuales", porque la
prensa había hecho declaraciones en el sentido de que los transexuales
—a diferencia de los homosexuales— no son "desviados", sino que nacieron
con un sexo que es incompatible con el sexo psíquico y necesitan una
reasignación quirúrgica.

La intervención quirúrgica debe ser el último paso porque es
irreversible. Una vez quitado el pene y los testículos y fabricada una
vagina artificial, no puede fabricarse un pene nuevo. Y si una persona
supuestamente transexual no ha realizado la prueba más importante —que
es vivir por lo menos dos años en su papel de persona del otro sexo, con
el control y la evaluación de personal (psicólogo o psiquiatra)
calificado—, existe el peligro de que su condición de transexual no
quede demostrada.

En Cuba no encontramos condiciones idóneas para someter a los candidatos
a la prueba descrita, que lleva implícita varias medidas: facilitarle
una vivienda en otra provincia; facilitarle un trabajo en su nueva sede;
mantener discreción absoluta, de forma que nadie en el nuevo entorno del
candidato conozca de su problema; y facilitarle un tratamiento
permanente con hormonas y las facilidades de realizar la epilación duradera.

El debate sobre la homosexualidad, la igualdad entre géneros o la no
discriminación, sigue hoy activo en todas las sociedades, incluidas las
europeas y las de democracia madura. ¿Cree usted que Cuba tiene algo que
aportar al respecto?

Es cierto que el debate sobre la homosexualidad, la igualdad entre
géneros o la no discriminación sigue ocupando espacios importantes en
las agendas de muchos países. Según mis conocimientos, los países
escandinavos reportan los mayores éxitos. En los países de la Unión
Europea, el aspecto legal está resuelto —al igual que en Cuba—, pero la
realización de los objetivos sucede a niveles diferentes.

Interesante para mí fue conocer los logros de España en los últimos
veinte años, en cuanto a la igualdad, los derechos y la salud
reproductiva de la mujer, la despenalización y los derechos de los
homosexuales han alcanzado niveles impresionantes. Rusia —país con una
homofobia escandalosa— no reporta ningún cambio en lo tocante a la
homosexualidad y tiene resultados muy pobres en lo referente a la
igualdad, a la no discriminación. No voy a referirme a la situación en
África, la India, los países de religión islámica, ni a América Latina,
porque no pienso escribirle un libro, respondiendo a sus preguntas.

Es interesante saber que en la RDA, antes de caer el Muro en 1989, se
quitó del Código Penal la ley que castigaba la homosexualidad. En la RFA
esto sucedió dos años más tarde. También es interesante conocer que en
gran cantidad de los Estados de EE UU la homosexualidad sigue siendo un
delito.

Es posible que Cuba pueda aportar algo en lo que a igualdad de géneros,
a la no discriminación y a la disminución de la homofobia se refiere,
sobre todo en América Latina, pero no se crea que con discursos, cambios
de leyes y con disposiciones pueda lograrse el fin de la homofobia. Y en
Cuba, como en muchos países de América Latina y África, en Rusia (hay
leyes violentas que castigan la homosexualidad ) y en muchos países
europeos, la homofobia está muy profundamente arraigada.

Para el logro de cambios son necesarios esfuerzos mancomunados de toda
la sociedad, y el ejemplo vivo de los políticos tiene gran importancia.
En Alemania, el Ministro de Relaciones Exteriores es homosexual,
numerosos parlamentarios lo son, el alcalde de Berlín lo es también. En
los últimos veinte años se ha producido un cambio tremendo en la actitud
de toda la población frente a la homosexualidad. Según la ley, los
homosexuales pueden casarse, pueden adoptar niños, tienen los mismos
derechos que los matrimonios heterosexuales. Y no existe ya la homofobia
ni abierta ni encubierta que todavía se observaba hace treinta años. Hay
un ambiente muy franco al respecto: la prensa, la TV, el arte, todos los
sectores participan. Difícilmente encontrará un maestro que se atreva a
manifestar su homofobia —si la tuviera. No obstante, creo que la
homofobia nunca desaparecerá del todo. Quedarán residuos y mucho depende
del trabajo que realicen los homosexuales ellos mismos.

Para poder actuar necesitan, sin embargo, la autorización de formar
asociaciones, o partidos, o como quiera llamárseles, que reciban el
apoyo político y también el respaldo en cuestiones legales. En muchos
países europeos, este trabajo de los homosexuales, por ejemplo, en
asociaciones o en clubes o agrupaciones de interés, tiene una
importancia enorme. En Cuba no se permite este tipo de agrupación, no
hay espacio legal ni el apoyo político, que se reduce a declaraciones,
discursos, al cambio formal de alguna ley que está sobre el papel, que
lo aguanta todo.

Me sorprendió leer en su libro autobiográfico Monika y la Revolución que
en la década de los 80 muchas mujeres y hombres cubanos ni siquiera
conocían la naturaleza del orgasmo femenino. Esto contrasta ampliamente
con el imaginario de la cultura popular cubana: "machos" que se creen
"máquinas sexuales" y mujeres con fama de "calientes" y liberadas. ¿Pone
usted fin al tópico y al mito?

Efectivamente, muchas mujeres y hombres cubanos desconocían "la
naturaleza del orgasmo femenino". En miles de cartas recibidas, en mis
programas radiales de debate "en vivo y directo" (Radio Rebelde) conocí
esta situación. A raíz de la publicación de En defensa del amor, de S.
Schnabl, recibí no solo amenazas de hombres airados por haber "echado a
perder" a sus mujeres, por haberles hablado de algo de cuya existencia
(el orgasmo) ellas antes ni siquiera sabían, sino también se quejaron
muchas mujeres.


Ellas no querían que les metiera el diablo en el cuerpo, que estas cosas
del orgasmo, del placer —tal vez era algo real en Alemania, pero en
Cuba, por Dios—, no sigas hablando estas tonterías: las mujeres tienen
el deber de estar a la disposición de los hombres; ellos necesitan
satisfacer su necesidad sexual, las mujeres tienen que estar a la
disposición de ellos, sino ellos se enferman. Y no solo opinaban así
mujeres de edad avanzada, no, jovencitas, alumnas de pre o de institutos
tecnológicos.

En las consultas de pareja de toda Cuba recibimos la confirmación de
esta situación. Es cierto que los cubanos se consideran los machos
omnipotentes, las máquinas sexuales que funcionan a toda hora, pero la
calidad de este rendimiento para la pareja, o sea, para ambos, yo la
sigo cuestionando. (Lo cual no quiere decir que todas las mujeres
cubanas desconozcan o no hayan experimentado orgasmos.)

Es cierto también que en Cuba, en los últimos veinte años se ha
observado un relajamiento de la ética y de la moral sexual, del nivel de
responsabilidad en la pareja, un auge de la prostitución... Yo no diría
que estoy poniéndole fin al tópico y al mito, sino que debería hacerse
una serie de investigaciones, de estudios, para poder encontrar
respuestas relevantes a los muchos mitos y a las verdades a medias, así
como a la situación real.

También es un hecho que, tanto en cartas como también en debates
radiales, he recibido muchos mensajes de agradecimiento, de satisfacción
por haberse editado en Cuba libros con información muy importante y
valiosa, por haber publicado artículos, por haber hablado en debates y
haber respondido preguntas "difíciles" por escrito o hablando en la radio.

En 2000, el CENESEX comenzó a ser dirigido por Mariela Castro Espín
—hija de Raúl Castro y Vilma Espín— y cobró una importancia política
inusitada, desconocida para centros de estudios semejantes en otros
países. Un año después, y siguiendo una directiva del Comité Central, a
ese centro se le encomendó la tarea de desmentir las denuncias de
persecución a los homosexuales, y de trabajar a favor de estos.

Como algo paradójico, el mismo régimen que los reprimió, acabó
desarrollando políticas de Estado como la autorización de operaciones de
cambio de sexo, jornadas contra la homofobia, un proyecto de ley para
uniones civiles (todavía no aprobado), entre otras medidas… ¿Qué opina
de la labor de Mariela Castro al frente del CENESEX y de esa operación
de lavado de cara?

Mariela Castro es una mujer inteligente, posee una formación profesional
sólida y ha lanzado a debate en "la cúspide" la cuestión de la
homosexualidad. Esto lo encuentro bien, pero —y aquí tenemos otra vez un
pero— a la par de cambios de leyes y disposiciones y reglamentos,
continúa la homofobia bajo los más diversos pretextos.

La homofobia está arraigada en la "cúspide", y la población cubana se
caracteriza por ser eminentemente homofóbica y se ha visto respaldada
por los jefes en el poder durante decenios. Mariela tiene el respaldo
del padre —que también ha desempeñado un papel importante en lo referido
a la cuestión de la homosexualidad en las fuerzas armadas.

A cada recluta se le practicó no solo un examen médico sino también se
le entregó un cuestionario, con el objetivo de asegurar el mantenimiento
de la limpieza del ejército de homosexuales. Una vez encontrada la
condición homosexual de un recluta, se le archivó para siempre, se le
excluyó del servicio y se le dio un documento que tenía que enseñar
obligatoriamente cada vez que solicitara un trabajo. Este papel
constituía la barrera más infranqueable en cualquier centro de trabajo.
Al mismo tiempo estaba vigente la ley contra la vagancia. Al "vago" que
no trabajaba, se le castigaba; al homosexual se le castigaba doblemente,
pues por ley no tenía acceso al trabajo y por ley tenía que trabajar.
¡El surrealismo cubano!

Volviendo al trabajo de Mariela, me parece que se están centrando las
actividades, la labor del CENESEX, en la cuestión de la homosexualidad y
de la transexualidad, como si Cuba no tuviera miles y miles de problemas
que afectan a una gran parte de la población: el embarazo en la
adolescente, el problema de las madres-niñas, el problema del aborto, el
problema de la inestabilidad de la familia cubana, de los elevadísimos
índices de divorcios, del relajamiento, de la promiscuidad, del alto
índice de enfermedades de transmisión sexual, del SIDA, de la falta de
responsabilidad, de los baches en el suministro de medios
anticonceptivos, de la falta de continuidad en el trabajo de calificar a
especialistas para el funcionamiento de los centros de orientación y
terapia en todo el país, la falta de medios de información actualizada
para especialistas…

La revista del CENESEX es excelente, pero ¿cuántas personas tienen
acceso a ella? La internet ofrece posibilidades incontables para recibir
información y para intercambiar experiencias, pero ¿cúantos
profesionales tienen acceso? ¿Cuántos cubanos —viejos o jóvenes— tienen
acceso?

Preocupante es también la situación referente a la prostitución. Niñas,
mujeres profesionales, jóvenes, homosexuales, se están prostituyendo.
Excepto reprimiendo, persiguiendo, encerrando a las (los)
prostitutas(os) no veo que utilicen otras medidas para erradicar este
problema.

Efectivamente, la prostitución es otro de los temas sociales candentes
en la sociedad actual cubana. ¿Cuáles cree que son las claves para
entender el fenómeno de la prostitución en Cuba?

A mi entender, las claves para entender el fenómeno: falta de ingresos,
falta de perspectivas no solo para los jóvenes sino también para las
muchísimas personas desempleadas, incluso para muchas mujeres
profesionales; a menudo, prostituirse con turistas extranjeros es el
medio más fácil de conseguir "una lasquita de la torta". Una economía,
infraestructura desastrosas y destruidas —todo esto contribuye a que
surja una sociedad enferma. Y para mí, la sociedad cubana está
gravemente enferma.

Cuando se crea el CENESEX en 1989, usted se convierte en su primera
directora; un año después sale de Cuba. ¿Cómo pudo regresar a Alemania?

Regresé a Alemania con mis dos hijos, aprovechando una conferencia
internacional en Rostock, que me habían autorizado un año antes. Mi hijo
mayor estaba trabajando en Nicaragua, viajando a La Habana con
frecuencia. Tenía pasaporte de servicio, con permisos de entrada y
salida no limitados. El problema era mi hijo menor: no tenía pasaporte
ni pasaje ni documento alguno que le permitiese viajar al extranjero.
Como nació en La Habana, no le sirvió para nada su pasaporte alemán, era
preciso conseguirle un pasaporte cubano.

Aproveché las buenas relaciones con Vilma Espín a quien le pinté un
drama familiar —mi madre de casi 80 años de edad, enferma y ya cerca de
la muerte, había pedido ver a sus nietos antes de abandonar la tierra.
La verdad es que sí, mi madre ya estaba vieja y enferma, pero no tanto
como para temer su fin. Y es verdad también que ella quería estar cerca
de mí y de mis hijos.

Vilma prometió conseguirme los papeles necesarios y mi hermana, viviendo
en aquel entonces en la RFA, me situó el pasaje para el muchacho. A
Vilma le dije que pensaba tomarme algunos días de vacaciones después de
la conferencia y que mi hijo y yo regresaríamos a La Habana después. Fue
la única y última vez que me ví en la necesidad de abusar de la buena
voluntad de Vilma Espín. Claro, no tuve otra opción. No había alternativa.

¿Sigue al tanto de la evolución de las políticas sexuales y de género en
Cuba en los últimos años?

Trato de mantenerme al tanto, aunque no de forma sistemática ni
profunda. A fin de cuentas, le he dedicado a Cuba casi treinta años de
mi vida, esto no se olvida ni se borra. Pero ya tengo 70 años y me tomo
la libertad de disfrutar mi vida de jubilada.

¿Cree que algo ha ido avanzando frente al persistente machismo tropical?

Francamente, no sé qué decirle. Por un lado, Cuba tiene un Código de
Familia como existen pocos o ninguno en el mundo. Pero —¡de nuevo!— la
puesta en práctica está lejos, como de aquí a la Luna.

¿Qué hace ahora Monika Krause? ¿Recuerda con nostalgia su época cubana,
usted que trabajó tan cerca de las familias del poder?

Monika Krause vive ahora en un lugar paradisíaco, a orillas del Mar
Báltico, en una ciudad que es la cuna de las casas reales de Europa. En
un castillo, construido en medio de un lago, viven todavía hoy los
integrantes de la familia real danesa, quienes, por ser bastante pobres,
encargaron a la comunidad el mantenimiento del castillo, ofreciéndole a
la ciudad el derecho de usar el edificio como museo y como escenario de
actividades culturales diversas.

En cinco minutos de caminata estoy a la orilla del mar, en la playa. Lo
único que limita el sentirse feliz en este rincón, es el clima. Hay
muchos huracanes, muchos días de lluvia y oscuridad (de noviembre a
marzo), pero también tenemos días de frío —como ahora, de 15 °C bajo
cero—, sol, nieve: los niños patinando sobre los lagos congelados, las
aves marinas sobre el fiordo de Flensburgo, que está totalmente cerrado.

Desde hace 13 años estoy nuevamente casada. Tengo un esposo maravilloso.
Viajamos mucho. Sobre todo en la estación "fea" del año, nos vamos a una
de las Islas Canarias, dándole tiempo al invierno alemán a retirarse.
Dedico mucho tiempo a la lectura —literatura especializada, las menos de
las veces—: literatura contemporánea, nacional como internacional, donde
ocupan un lugar cimero los Premios Nobel. Y he descubierto una nueva
"droga": colecciono fósiles del Mar Báltico, del Mar del Norte, del
Atlántico, y de todas las aguas que tengo el privilegio de visitar.

Recuerdo a menudo mi época cubana, pero no con nostalgia, sino con el
distanciamiento que permite la edad. Estoy viviendo la etapa más feliz
de mi vida.

[i] Sobre los hombres homosexuales decía Schnabl: "Su andar suele ser
gracioso: a pasitos cortos acompañados de contoneo. Muchos tienen el
pelo suave y largo, la piel delicada y caderas relativamente anchas (…)
Se considera que los homosexuales son muy sensibles, se ofenden con
facilidad, son irritables, desequilibrados, fáciles de influir,
nerviosamente inestables y hasta neuróticos" (pag. 329). Y sobre las
lesbianas: "Las lesbianas activas conquistan y defienden a veces a su
amante contra las competidoras, desplegando una gran agresividad en
esto. Entre las mujeres homosexuales pueden darse violentas escenas de
celos" (pag. 330).

http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/9764-en-el-punto-g-de-la-revolucion