viernes, 2 de noviembre de 2012

La escaramuza de la mortadella

La escaramuza de la mortadella
Viernes, Noviembre 2, 2012 | Por Ibis Pascual

CORRALILLO, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -Los jerarcas del municipio
de Quemado de Güines, en Villa Clara, al centro de Cuba, se la vieron
difícil ante las madres de los estudiantes de la Secundaria Básica
Delfín Sen Cedré. Y aún mucho más difícil se la vieron los del
Ministerio de Educación.

Más de treinta madres de estos estudiantes se presentaron en la escuela,
para quejarse, agitada y agresivamente, por el hambre que estaban
padeciendo sus hijos, encerrados en las aulas durante más de ocho horas
diarias, bajo prohibición, por reglamentos impuestos en el plantel, de
salir en busca de los alimentos que no se les ponía a mano.

La bulla formada por estas madres atrajo a un numeroso público, que
enseguida tomó participación en el asunto, gritándoles a los dirigentes,
desde la calle, que todo lo que decían era mentira y que los estudiantes
estaban desnutriéndose, pues la poca comida que les daban era, además,
pésima.

Desde luego, apareció quien llamara por teléfono a los agentes de las
fuerzas represivas, los cuales llegaron con una demora de más de una
hora, pero haciéndose sentir, con sus negros y pavorosos palos de goma,
y repartiendo agresiones y palabrotas a todo el que se les pusiera por
delante.

No obstante, la bulla del público no se aplacó fácilmente. Y muy en
especial la de las madres de los estudiantes, que no abandonaron el
lugar hasta que el director de Educación, a nivel municipal, fue a
dialogar con ellas. Entonces, ni cortas ni perezosas, se lanzaron sobre
él para bombardearlo con sus quejas y demandas.

El diálogo, que, según pensaron los del régimen, se llevaría a cabo con
pasividad por parte de las madres, no transcurrió así, sino todo lo
contrario.

Las madres, visiblemente exaltadas, denunciaron, delante de la cara de
los funcionarios, que en diferentes días de las semanas de clases
-registrados y anotados en papeles que mostraron allí-, sus hijos habían
recibido el yogurt descompuesto, caliente y aguado. Y que el pan era
siempre de días anteriores y horneado con harina apestosa, y que en
muchos casos, los panes venían sin su habitual compañera, "la diminuta
lasca de mortadella"… Y que así y todo, los alumnos habían tenido que
seguir obligadamente dentro de las aulas, con la barriga vacía, mientras
el carro nuevo de transporte de alimentos, un camión ZIL, que hacía su
segundo viaje a la escuela, giraba en redondo y se perdía a gran velocidad.

Al final, la escaramuza, después de tanto jaleo, se quedó en suspenso,
como la mayoría de las cosas que ocurren por aquí. Y el documento que
las madres le exigieron al Director de Educación, para que dejara
evidencia de aquella "reunión" y de sus planteamientos, también quedó en
suspenso.

Por su parte, las madres, que desde allí salieron disparadas para la
sede del PCC Municipal, para patentizar también sus demandas, terminaron
saliendo aun más desanimadas que de la escuela. Lo único que lograron
con aquella escaramuza por el pan y la mortadella es que ahora suele
verse a menudo a los estudiantes saltando la cerca de la secundaria
básica para ir a comprar meriendas a las cafeterías particulares,
mientras los maestros se hacen los ciegos para no verlos escapar.

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