viernes, 20 de mayo de 2011

Los secuestrados de Mariela

Opinión

Los secuestrados de Mariela
Armando López
Nueva York 19-05-2011 - 11:27 pm.

¿Cuánta homofobia había en Cuba antes de la revolución y cuánta hay
ahora? ¿Es la doble moral de los gays peor que la del resto de los cubanos?

Estos travestis, transgéneros, homosexuales, lesbianas, que arrollaron
en la conga, entre banderas gay, del brazo de Mariela Castro y apoyando
al régimen que los secuestra, sólo practican la doble moral, la misma de
los que aplauden cuando les comunican el cierre de su centro de trabajo;
de los que desfilan el 1 de Mayo dando vítores a la revolución y, al
terminar el desfile, se van al Malecón, a buscarse unos dólares como sea
para alimentar a sus familias.

Ante algunos airados comentarios en DIARIO DE CUBA sobre la insólita
conga, me pregunto: ¿Se hubieran indignado tanto estos lectores ante un
desfile de vírgenes, bomberos o levantadores de pesas que apoyaran al
régimen? La homofobia se rompe, pero cuesta trabajo.

Debemos distinguir entre la homofobia social y la institucional
practicada en Cuba por la revolución.

Fidel Castro, veterano camaleón, trató de justificar recientemente la
suya: "Fui homofóbico porque los cubanos lo eran". ¡Tamaña mentira!
Cierto que la loquita del batey tenía que escapar al anonimato de la
ciudad; que la madre de origen español no apoyaba a su hijo mariquita, y
el cura, desde el púlpito, y el masón, desde la logia, lo condenaban.
Pero en los barrios de las ciudades, en los bembés de los negros, y en
los cientos de clubes de La Habana de la República, a la contenta todos
la invitaban a la fiesta.

En las constituciones de 1902 y 1940, y en los códigos penal y civil de
Cuba republicana, no se mencionan los términos homosexual, afeminado, ni
lesbiana. En los años cincuenta (cuando en New York y París la
homosexualidad era un delito castigado con cárcel), en La Habana había
una docena de clubes para parejas del mismo sexo: La Cuevita, Los
Troncos, El Intermezzo, El Saint Michel, El Gato Negro, y el
popularísimo Usero Bar, de la Avenida del Puerto, del cual no salían el
dramaturgo Tennessee Williams, Montgomery Clift, Errol Flyn y muchos
famosos de la época.

Una Habana donde en el cabaret Night and Day (a la 1.00 a.m. tocaba el
Benny Moré) el primer show era de trasvestis (se les decía
transformistas), doce maquilladísimos modelos y dos vedetes: Omar Ferrán
y la China Musmé, portadas de la revista Show y estrellas de televisión.
Y ni hablar de los bares tugurios de Luyanó; del flete homosexual en las
aceras de la tienda La Sortija; en los portales de Infanta, Reina,
Galiano; en los muelles del Puerto, y en las laderas del Castillo del
Príncipe. La Habana de los cincuenta invitaba a la diversidad sexual.

Pero la desinhibición no solo se veía en la capital. En Santa Clara
(donde Mariela exhibe la discoteca El Mejunje como un logro del
CENESEX), en los años cincuenta, existían varios clubes para
homosexuales: El Frío Bar, El Club 104 y el Bar 8A, desde donde
madrugadoras parejas se dejaban rodar hasta el río Ochoa, "a nadar".
Nada de esto conocen los homosexuales villaclareños. No tienen por qué
conocerlo. Nacieron con la revolución.

La homofobia oficial

La homofobia se hizo política de Estado el 13 de marzo de 1963, cuando
Fidel Castro arengó a los estudiantes en la escalinata de la Universidad
de La Habana: "Esos pepillos que andan por ahí con unos pantaloncitos
demasiado estrechos, han llevado su libertinaje a extremos de ir a
sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides... Que
no confundan la ecuanimidad de la revolución con debilidades de la
revolución. La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de
degeneraciones". Y sentenció el Comandante en Jefe: "Observé siempre una
cosa, que el campo no daba ese subproducto". De ese monstruoso
razonamiento surgirían, en 1965, las UMAP.

Pero cuando les cuentan a los congueros de Mariela que hace 46 años
existieron en Cuba campos de trabajos forzados para homosexuales; que
los expulsaban del magisterio, de la televisión, de los grupos
teatrales, de las universidades, para que no contagiaran con sus
depravaciones al "hombre nuevo"; que en 1980 las turbas revolucionarias
apedrearon sus casas, vociferando "¡Qué se vayan, los maricones!", les
sucede lo que a mí cuando me hablaban de los crímenes de Machado. ¡No
les interesa! Su problema es que los botaban del portal del cine Yara
por "afocantes" y no los dejaban dar fiestas privadas cobrando la
entrada y, "por ahora", Mariela los autorizó a fiestar a cambio de
arrollar en una conga donde llevaran de farolas las fotos de Fidel y
Raúl Castro y pidieran libertad para los cinco espías.

Estos trasvestis, transgéneros, lesbianas, homosexuales, que arrollaron
en la conga con la hija del general, solo practican la doble moral
imperante en Cuba. No tienen la culpa. Crecieron en una economía de
guerra, aprendieron a mentir para sobrevivir. Son víctimas de una
absurda revolución. Como tú y como yo, amigo lector.

http://www.ddcuba.com/opinion/4837-los-secuestrados-de-mariela

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